“Turismo basado en evidencia: datos reales para decisiones con impacto”

Por Mgtr. Íngrid Pedersen. La planificación turística no puede descansar en la improvisación. Debe construirse sobre evidencia, con indicadores claros, con métricas que permitan evaluar y corregir, y con la capacidad de anticiparse a los movimientos del mercado. Solo así será posible no solo atraer visitantes, sino también generar valor económico, social y cultural a largo plazo. Porque en turismo, como en toda actividad inteligente, los números no mienten. Lo que falta muchas veces es saber escucharlos.

En un mundo donde el turismo avanza con fuerza como motor económico, social y cultural, planificar sobre certezas y no sobre intuiciones se vuelve una necesidad crítica. El Barómetro del Turismo Mundial publicado en mayo de 2025 por ONU Turismo (antes OMT) confirma un dato clave: más de 300 millones de turistas internacionales se desplazaron en el primer trimestre del año, superando incluso los registros del año anterior y del período pre-pandémico (2019). En este contexto dinámico, contar con información precisa, actualizada y segmentada es esencial para diseñar experiencias turísticas que respondan a la realidad del mercado y no al deseo unilateral del oferente.

Las cifras son claras: Francia, España y Estados Unidos encabezan el ranking mundial de llegadas internacionales, seguidos por destinos que combinan tradición, conectividad, infraestructura y experiencias diversificadas. Pero más allá de los grandes flujos, lo que verdaderamente marca la diferencia es la comprensión del comportamiento del visitante: qué busca, cuánto permanece, qué valor otorga a las experiencias, cómo decide y por qué regresa.

En América Latina, México figura como el único país dentro del top 10 mundial, con 42 millones de visitantes durante 2024. Esta cifra no es casual: el país ha sabido conjugar su riqueza cultural y natural con estrategias de desarrollo turístico basadas en datos reales, priorizando la inversión en zonas de alta demanda y fortaleciendo experiencias identitarias que sí tienen mercado. No se trata solo de crear productos, sino de anticipar escenarios de consumo y diseñar experiencias que sean deseadas, no impuestas.

La información provista por organismos internacionales como ONU Turismo, IATA y los tableros regionales de datos permite leer patrones, detectar oportunidades y actuar con inteligencia. Hoy, más que nunca, el turismo necesita evidencia. Porque la intuición puede inspirar, pero solo la información concreta garantiza sostenibilidad, permanencia y éxito.

Por ejemplo, el mismo informe de ONU Turismo señala que Asia y el Pacífico creció un 12% en llegadas internacionales en lo que va del año, con un fuerte repunte en el turismo intracontinental. ¿Qué hacemos entonces con esta información? ¿Cómo reconfiguramos nuestra promoción, nuestras alianzas o incluso nuestros productos si el mercado cambia? La respuesta está en la capacidad de adaptación, pero también y sobre todo en el análisis de datos.

En América del Sur, algunas regiones experimentaron crecimientos del 13% durante la temporada de verano austral, lo cual revela no solo el interés creciente en esta parte del mundo, sino también la necesidad de planificar la oferta con mayor precisión. Muchos destinos siguen diseñando productos turísticos sin considerar la existencia o no de demanda concreta, lo cual termina en experiencias que fracasan, inversiones que no se recuperan y actores frustrados. El turismo regenerativo, el de experiencias auténticas, también necesita datos para crecer con raíces y no con modas.

Como señala el Secretario General de ONU Turismo, Zurab Pololikashvili:

«Los buenos resultados continuos en términos de llegadas internacionales, unidos al mayor gasto de los visitantes en muchos destinos, ponen de relieve la resiliencia del sector y son buenas noticias para las economías y los trabajadores en todo el mundo.»

Pero esta resiliencia debe estar acompañada de inteligencia estratégica. Si sabemos quiénes nos visitan, cómo se mueven, cuánto tiempo permanecen y qué tipo de actividades valoran, entonces sí podremos crear circuitos, experiencias y propuestas que no solo sean sustentables, sino también deseadas, rentables y duraderas.

En definitiva, los datos son mucho más que estadísticas: son el insumo clave para la toma de decisiones. Planificar sin datos es planificar a ciegas. Y en un contexto global competitivo, de recuperación desigual y con tensiones económicas, la única manera de hacer turismo con sentido es hacerlo con evidencia.

Conclusión:

En un escenario turístico cada vez más competitivo, incierto y cambiante, la diferencia entre el éxito y el estancamiento está en la calidad del diagnóstico. Tener datos reales es el primer paso. Saber interpretarlos con mirada profesional, es el siguiente. Sin una lectura adecuada de la realidad basada en información verificable y no en percepciones aisladas no es posible diseñar políticas públicas eficaces, estrategias de promoción coherentes ni productos turísticos sostenibles.

La planificación turística no puede descansar en la improvisación. Debe construirse sobre evidencia, con indicadores claros, con métricas que permitan evaluar y corregir, y con la capacidad de anticiparse a los movimientos del mercado. Solo así será posible no solo atraer visitantes, sino también generar valor económico, social y cultural a largo plazo.

Porque en turismo, como en toda actividad inteligente, los números no mienten. Lo que falta muchas veces es saber escucharlos.

Magister. Ingrid Pedersen. iapedersen@gmail.com 📱 https://wa.me/5493764397133

Fotos: pexels.com

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