por Sergio Balatorre. ¿Estás listo para una aventura que te llevará al corazón mismo de la selva misionera? Huella Guaraní no es solo un recorrido turístico, es una experiencia única y prístina que te permitirá descubrir lo más salvaje e íntimo de Misiones. Esta travesía te invita a explorar la selva paranaense como nunca antes, sumergiéndote en un mundo donde la naturaleza y la cultura guaraní se entrelazan para ofrecerte una aventura inolvidable.
Huella Guaraní es, sin duda una experiencia en lo más salvaje e íntimo de Misiones, no hay espacio para cansarse, no hay tiempo para dejar de sorprenderse, ah, pero no es para cualquiera, solo para aquellos que creen que aquí en la selva hay una parte de ellos por descubrir.
El grupo de senderistas inicia su recorrido de 12 km por la selva Misionera, algunos vienen en lucha, a vencer a la agreste selva, otros vienen en plan de dejarse sorprender, a ver que tiene la selva para sorprenderme. Todos inician la actividad con muchas expectativas y mucha excitación. Ni bien las primeras paredes verdes del Parque Provincial Caa Yarí aparecen, elevándose a los costados del rojo camino que se pierde entre la selva, se comienza a hacer el silencio ante tan intimidante paisaje.
Luego de unos cuantos kilómetros de buena marcha, ingresamos en un sendero en la selva, el ritmo de marcha si o si tiene que bajar, paso por paso, escena por escena, emoción por emoción. Se silencian las voces ante un majestuoso Timbó que arranca desde el piso de la selva y trasciende al cielo, todas las cabezas tiradas hacia atrás, muchos se quitan el sombrero y los anteojos para poder meter toda esa escena por las retinas, rendidos ante el espectáculo de ver a uno de los gigantes de la selva el grupo deja sus mochilas y si mediar palabras comienzan a abrazar su enorme tronco.
Luego de semejante conexión con la selva, con los sentidos al máximo, envueltos por ese universo de humedad, múltiples verdes, aire puro y aroma que se potencian, se inicia la actividad de baño de bosques, estar sumamente presentes, hiper estimulados y dispuestos a dejar que la selva sane.
El grupo se sumerge en la espesura, ya no hay senderos a la vista de los visitantes, solo el guía Mbya Guaraní sabe el camino, o solo el lo ve, los han transitado durante miles de años, en el absoluto silencia nos detiene un golpeteo de un pájaro carpintero, su gran copete rojo se destaca en el verde y nos quedamos mirándolo, su pico marfil busca debajo del tronco de una grapia algunas larvas para su desayuno, de repente, lanza unos sonidos, como disparos de algún arma espacial, y se aleja, en el mismo trono mas abajo viene otra ave subiendo, un trepador recorriendo el tronco en espiral, su color marrón se confunde con al tronco grisáceo, en el mismo lugar donde comía el carpintero encuentra su comida, pero no debajo de la corteza sino sobre ella, picotea los insectos que van y vienen sobre el árbol. Es increíble como en un centímetro cuadrado de selva ocurran tantas cosas, pero así es la selva, universos dentro de universos, desde las imponentes paredes verdes.
Antes de salir de la selva al camino, se llega a un espacio mágico, solo algunos rayos de sol se filtran entre las hojas de Palmitos, pero son detenidos por las copas de Helechos Gigantes, ambos generan una escena única, solo interrumpidos por algunos cedros. Nuestro guía Guaraní saluda a todos ellos por cuidarnos y salimos para recorrer los últimos kilómetros para llegar a la Aldea Itá Pirú, allí pasaremos nuestra primera noche en plena selva, sin luz eléctrica, sin señal, solo la selva sus pobladores originarios y nosotros.
Nuestro cocinero nos espera con torta fritas y mandioca frita para recuperar fuerza, ya que La segunda etapa de huella guaraní nos tiene el plato fuerte de intensidad y sorpresas.
Luego de una noche de anécdotas e historias bajo un cielo estrellado, el nuevo día no sorprende con un desayuno abundante, reviro mate cocido pan casero y mermeladas caceras, nuestro cocinero, trabajador de obraje en otros tiempos, hoy trabajador de la tierra como todos aquí, sabe lo que necesita una persona para afrontar todo un día de trajinar.
Arrancamos por la misma senda, ingresando luego de pocos kilómetros, a la Reserva Natural Cultural Papel Misionero, custodia esta entrada silencioso e imponente el viejo colectivo abandonado, la selva es tan exuberante plena que se cierra de lado a lado de la ruta provincial 15, un túnel verde que encierra más arboles gigantes, ya que es uno de los bastiones de selva mejor conservado de Yabotí.
Duras pendientes, maravillosos miradores y árboles enormes son los condimentos de este tramo, un cartel de madera nos dice FIN DE LA ZONA INTANGIBLE, ingresamos a una serie de aldeas, donde los ranchos techados con cañas en plena tierra roja son la constante, algunos niños vienen corriendo a acompañarnos antes que nuestros vehículos nos lleven a la aldea Pindó Poty, donde compartiremos otro día en una aldea, a orillas del Arroyo Paraíso, con una vista a la reserva de Biosfera Yabotí.
Huella Guaraní es, sin duda una experiencia en lo más salvaje e íntimo de Misiones, no hay espacio para cansarse, no hay tiempo para dejar de sorprenderse, ah pero no es para cualquiera, solo para aquellos que creen que aquí en la selva hay una parte de ellos por descubrir.
Profesor: Sergio Balatorre. Operador de turismo activo – Sergiobalatorreav@gmail.com Posadas 21/05/2024
Creditos Fotograficos: Huella Guarani.