Sociedad, pandemia y depresión económica

“No podemos salir de esta catástrofe con la misma lógica que la propició” Albert Einstein.

Alfredo César Dachary
cesaralfredo552@gmail.com

Nuestra actual sociedad se caracteriza por la gran velocidad de los acontecimientos que a veces es difícil digerirlos y, lo que más, entenderlos y esta lógica se ajusta a nuestra compleja situación actual iniciada por la pandemia y las consecuencias que ésta tendrá.

Para Ignacio Ramonet, ninguna pandemia fue nunca tan fulminante y de tal magnitud, ya que ha surgido hace apenas cien días en una lejana ciudad desconocida, un virus que ha recorrido ya todo el planeta y ha obligado a encerrarse en sus hogares a miles de millones de personas.

Hoy, ya nadie ignora que la pandemia no es sólo una crisis sanitaria, es lo que las ciencias sociales califican de hecho social total, en el sentido de que convulsa el conjunto de las relaciones sociales y conmociona a la totalidad de los actores, de las instituciones y de los valores.

El origen es una disputa geopolítica y, por ello, nunca se sabrá la verdad, solo quedarán las fakenews que los medios generan para apoyar a uno de los dos enfrentados, Estados Unidos y China. La magnitud del enfrentamiento ha llevado a que, en el comienzo de la pandemia, el 3 de abril,Henry Kissinger, Secretario de Estado de Estados Unidos en las presidencias de Nixon y Ford, escribiera un artículo en The Wall Street Journal, donde sentencia que “La pandemia del coronavirus alterará para siempre el orden mundial”.

También es posible que hayamos contribuido a que el Covid-19, de origen animal confirmado, haya llegado a nosotros debido a las disfunciones que estamos introduciendo en los ecosistemas, desde el comercio de especies a la agricultura y la ganadería intensivas y nuestra osadía para superar la capacidad de acogida del planeta ha generado insostenibilidad y también vulnerabilidad y falta de resiliencia, que queda en evidencia en eventos como esta pandemia.

Para Yuval Noah Harari, el desafío es establecer las condiciones para crear la nueva ficción que subvierta la actual, resultado de sucesivas realidades impostadas y surgidas al calor de la economía de mercado y del capitalismo liberal, realidades que se han sucedido por la vía de los hechos. Si nos organizamos para enfrentarlo, también podemos hacerlo para reconstruir o construir esta nueva normalidad.

Para Jeremy Rifkin, esto no nos ha tomado de sorpresa y se deriva del cambio climático, del que han advertido los investigadores desde hace tiempo. Hemos tenido otras epidemias en los últimos años y se han lanzado advertencias de que algo muy grave podría ocurrir, ya que la actividad humana ha generado estas pandemias porque hemos alterado el ciclo del agua y el ecosistema que mantiene el equilibrio en el planeta.

Por ello es que ya nada volverá a ser normal, después de la pandemia, que es una llamada de alarma en todo el planeta, y lo que toca ahora es construir las infraestructuras que nos permitan vivir de una manera distinta. Debemos asumir que estamos en una nueva era y si no lo hacemos, habrá más pandemias y desastres naturales, y es más estamos ante la amenaza de una extinción.

Hay una duda grande si el problema de salud pública no es necesariamente tan extremadamente alarmante como se presenta en los medios, ¿por qué entonces se trata a esta epidemia como una cuestión que merece una atención casi exclusiva y con un seguimiento a tiempo real? ¿Será que el Covid-19 no es sólo un problema de salud global, sino también una serie de problemas interconectados de tipo económico, ecológico y social, que lo convierten en un problema sistémico y político sobre el que conviene reflexionar?

El Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE)ya le han cargado a la epidemia la crisis que viene, generando menor crecimiento, descenso en la producción, comercio, consumo, turismo y transporte, o incluso la caída de las bolsas. Las fábricas y negocios cierran; millones de personas no realizan sus viajes habituales; se promueve el teletrabajo, la videoconferencia o la posibilidad de una mayor producción local para proteger las cadenas de suministro.

En una economía interdependiente, caótica y frágil como el capitalismo, donde la incertidumbre, la especulación y la constante búsqueda del beneficio son esenciales, todo apunta a una grave recesión económica.

El impacto de la epidemia del coronavirus puede parecer paradójico: sus evidentes efectos negativos en la salud, la sociedad y la economía, a corto plazo, son beneficiosos para la crisis climática y ecológica, y tal vez también para la salud, a mediano plazo, dado que el desarrollo sera perjudicial para la homeostasis del planeta.

Desde el punto de vista social, estamos ante una epidemia de pánico, se ha parado el planeta, toda la gente debe recluirse en su casa y los medios lo repiten todo el día, para imponerlo en el imaginario popular, atrapado entre la sobre información y las falsas noticias, y Estados que han desmantelado los servicios públicos de salud luego de más de tres décadas de neoliberalismo. Los ejemplos son muy significativos: Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Italia y España, los más afectados.

 Al hablar casi exclusivamente del coronavirus durante tantas semanas no hablamos de otros problemas mucho más graves que pasan desapercibidos: el enfrentamiento comercial China – Estados Unidos, la caída del precio del petróleo, el potencial estallido de una crisis en el Golfo Pérsico y un dólar en crisis como la propia economía de Estados Unidos. Da la impresión que el mundo “se ha parado de acontecimientos” y no es así, éstos siguen viviendo, pero sin el reflector de los medios globales.

Así la pandemia es un detonador complejo de la crisis sistémica del capitalismo, en la que todos los factores anteriores están fuertemente interconectados, y esta epidemia puede representar una ocasión ideal para justificar la crisis económica capitalista que parece estar acercándose.

Para Alejandro Nadal, Eric Toussaint o Michael Roberts, aunque los mercados bursátiles son imprevisibles, todos los factores de una nueva crisis financiera están presentes desde al menos 2017, por lo que el coronavirus sería tan solo la chispa de una explosión financiera pero no su principal causa.

La pandemia lleva a la humanidad a cambiar hábitos y a reflexionar sobre su futuro, mientras en paralelo la realidad doméstica tironea entre el paro, la producción y la inversión social, nunca antes había sucedido que, simultáneamente, el mundo entero estuviera bajo la amenaza real de una epidemia y que en todo el planeta fuera el virus el único tema que ocupara las mentes.

El aprovechamiento político de la pandemia que está haciendo la Casa Blanca, declarando la guerra al “virus chino” y enviando parte de la fuerza aérea y naval del Pentágono al Caribe, en un gesto inaceptablemente violento contra Venezuela y América Latina y dando orden de hundir los barcos iraníes que cierren el Golfo, como una cortina de humo para disimular el fracaso de las políticas públicas para con la pandemia.

Trump tomó medidas keynesianas como aplicar la Ley de Producción, que habilita a controlar precios y salarios; enviar cheques de hasta 1,200 dólares por persona para todos los estadounidenses que ganen menos de 70,000 dólares al año y ordenar a las empresas privadas a producir bienes para el Estado.

En Alemania se anunció una línea de créditos sin límite para las Pymes; y en Francia, el presidente Emmanuel Macron redescubrió que “el Estado protector no significa un costo sino un bien indispensable”, a la par que la Unión Europea anunció una ayuda de 100 mil millones de euros para España e Italia, los países de la UE más golpeados por la Covid-19, para frenar los despidos.

Para Julio C. Gambina, si hasta ahora se hablaba de desaceleración, ahora se teme una recesión o incluso una depresión de la economía mundial, o sea, ya no se trata sólo de problemas con los bancos, las bolsas o la valorización de los títulos, sino que estamos hablando del impacto en la producción a nivel industrial y el riesgo del desempleo.

El neoliberalismo plantea la falsa dicotomía entre economía y salud, cuando en realidad no existe contradicción alguna entre salud y economía y quienes la plantean están proponiendo enterrar un derecho humano esencial, que nos viene dado y al cual debemos cuidar y proteger como comunidad y un proceso productivo que sólo puede ser realizado por personas sanas. Aunque Trump plantee lo contrario y tenga muchos que le siguen en esas ideas supremacistas blancas y racistas

Entre los medios y la desinformación, el falso dilema entre salud y economía, y la falsa idea de que la pandemia es el problema central, nos vamos rumbo a una gran recesión, cuyos resultados nos afectaran más y cuya salida será un tema complejo si las condiciones actuales siguen como van en ruta de choque a un colapso universal.

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