Resiliencia y cercanía, conceptos para refundar el turismo

La pandemia del COVID afectó al turismo de todo el planeta, donde estiman que se perderán entre 100 y 120 millones de puestos de trabajos. Y aunque no hay un panorama cierto en el corto plazo, estima el autor de esta reflexión que los turistas postpandemia buscarán las ofertas de los destinos de naturaleza, con poca aglomeración de visitantes y de cercanía. Mientras, habrá que estar preparado en distintos sentidos, para no seguir perdiendo.

Jorge Posdeley
Docente Universitario. Magister en Turismo.
licjorgeturismo@hotmail.com

 fotografía temática del camino ecológico del Parque Provincial Moconá.

Lunes 8 de junio de 2020. El efecto corona virus (Covid19) vino a poner un párate a la economía global, un párate económico sin precedente por lo menos cercano en estos tiempos en el que vivimos confinados a una cuarentena social obligatoria de carácter global. La actividad turística no escapó a las generales de esta pandemia y se convirtió en uno de los sectores económicos más perjudicados globalmente.

La Organización Mundial del Turismo (OMT) estima que al levantarse las restricciones internacionales, la actividad podría reducirse aproximadamente entre un 60 y un 80 por ciento y que en ese escenario están en riesgo entre 100 y 120 millones de puestos de trabajos.

La actividad turística, al encontrarse en el sector de los servicios y necesitar obligatoriamente el componente básico del transporte (traslado de la corriente turística), está condicionado entonces por el normal funcionamiento de las compañías aéreas, de autobuses y de trenes, entre otros servicios de trasportación. El Covid 19 le puso a estos servicios un verdadero toque de queda único e inusual. Recién después de más de 70 días de confinamiento obligatorio se comienzan a ver fechas y una suerte de cronograma de liberalización de vuelos internacionales en algunos países europeos.

Según los datos de Hosteltur, la Asociación Internacional de Trasporte Aéreo (IATA) podría ver reducido sus ingresos en 55.000 millones de euros en sus reservas programada hasta el 30 de junio del corriente año, con una caída aproximada con respecto al año anterior de cerca de un 38 por ciento, con una pérdida total en este primer trimestre de 35.400 millones de euros. Con estos datos, la IATA considera que el sector pone en riesgo a 25 millones de empleos.

Varios de los componentes de las actividades económicas tuvieron que readecuar rápidamente sus prestaciones para poder reacomodarse a las necesidades y a la nueva demanda en esta etapa de cuarentena o por lo menos readecuarse para que las pérdidas no sean totales. Pero para la actividad turística, las restricciones aplicadas fueron totales en la actividad. Es el sector más afectado y una de las últimas de las actividades que reiniciarán sus actividades. A esto habrá que sumarle un condicionamiento más aún: la vuelta a la prestación de los servicios en condiciones normales será lenta, muy pausada, debido a que levantamiento de las restricciones de los viajeros será programada y se desarrollara lentamente conforme al mejoramiento sanitario de los países y a los protocolos de salud.

En este escenario incierto de fecha de reactivación global, la actividad no podrá volver al turismo masivo, por lo menos por un tiempo, o por lo menos hasta que aparezca una vacuna que erradique al Covid19. Los protocolos de distanciamiento social harán que la actividad se vea reducida obligatoriamente en cantidad y, lógicamente, en ingresos económicos a los prestadores de servicios.

Este es el contexto de un nuevo desafío de reactivación de la actividad hacia adelante, una reactivación que seguramente será lenta y dependerá mucho del levantamiento del confinamiento a nivel mundial y que se reduzca el avance del virus.

Como herramienta capaz de mitigar esta situación y comenzar con la refundación de la actividad turística, la literatura especializada de estos momentos apelan a dos palabras muy recurrentes que pareciera ser por el momento las más utilizadas por todos en el TRADE: resiliencia y cercanías.

La primera palabra hace referencia a la enorme capacidad que tiene el turismo de poder readecuarse a las necesidades, a reponerse de los fenómenos naturales, a sobrellevar los cambios de hábitos o a las necesidades del entorno o de los mercados. En definitiva, resiliencia puede ser aplicado como el concepto válido para poder explicar la gran capacidad que posee el turismo para resistir y reaccionar ante estímulos o hechos adversos.

Una palabra adaptada a las necesidades del turismo por el universo de las noticias, puesto en boga en poco tiempo, alega al fenómeno de resiliencia, palabra que proviene del mundo de la ingeniería, más precisamente de las ciencias de los materiales y responde a la capacidad que posee un material de absorber energía elástica cuando es deformado y a ceder nuevamente a su estado natural cuando se deja de aplicar la carga. La situación es conocer por medios de ensayos cuál es su límite de resistencia o su límite elástico, conocer la fatiga del material y que tan durable es; esto se logra conocer por medio de ensayos. En psicología, es la capacidad que tiene una persona para superar circunstancias traumáticas.
En un apartado muy especial para este fenómeno ingenieril aplicado al turismo se deberá destacar en los ensayos, que la resiliencia de esta será otra. Los destinos turísticos durante un tiempo o por lo menos durante el tiempo que dure la reapertura global, no soportarán una carga extra de sobresaturación de visitantes; al contrario, la demanda se verá reducida drásticamente y esto permitirá a los destino quitarse la fatiga provocada por la masividad y generar un escenario de recuperación del o los patrimonios turísticos.
La verdadera resiliencia de los destinos pasara por lo económico: recaudar menos y eso es una verdadera carga extra al sector al cual hay que sumarle una segunda fuerza más, que ya llevan más de 70 días sin ingreso y con reservas caídas. En definitiva: resiliencia es la capacidad de los sistemas turísticos para recuperar su estado de equilibrio antes Fluctuaciones Externas (Entorno Turístico).

La segunda palabra puesta en boga corresponde a cercanías, una palabra muy utilizada y que además es muy familiar a todos, pero que en el entorno turismo, acerca mayor confusión que certezas. A qué nos referimos cuando utilizamos este término. En principio todos acuerdan que a la definición de turismo de cercanías le corresponde pensar al mercado del turismo doméstico; muchos redoblan la apuesta a este mercado y consideran iniciar programas de revalorización del turismo interno. Sin embargo para que ocurra esto, no deberán existir más los controles de desplazamiento y las barreras sanitarias entre una provincia y otra porque, de persistir estas barreras, será muy difícil poder desarrollar estos tipos de programas.

Para poder desarrollar el turismo de cercanías también hará falta la reapertura de los centros turísticos o los grandes Atractores; si estos se mantienen cerrados será muy difícil generar una corriente de visitantes; nadie viaja a ningún lugar sólo para utilizar servicios hoteleros. Para que esto no ocurra, habrá que acelerar los protocolos sanitarios -de ser posibles- para la reapertura de los principales Atractores.

En términos económicos el turismo interno significa redistribución de ingreso y de recursos económicos, beneficiando a las economías regionales y locales. Pero atención con esto: las tarifas de los componentes de los servicios tienen que estar acorde a este mercado; los servicios que apuntaban al segmento internacional deberán readecuar sus tarifas o servicios o seguirán sumando perdidas, esperando la llegadas de los visitante extranjeros, cuando se levanten las restricciones.

Esta propuesta de Cercanías estará considerada en términos espaciales, pensadas en la menor distancia posible que une al destino o atractivo de los grandes centros urbanos capaces de generar corrientes turísticas o en términos de niveles de conectividad ahorrar tiempo en el traslado sin importar la distancia física.

La primera beneficia claramente a los centros turísticos que se encuentren cercanos a los grandes centros emisores como Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Santa Fe. Lo segundo beneficia a los destinos más importantes del país que poseen mayor conectividad de vuelos. Algunos adherentes y más ambiciosos en la reapertura próxima del turismo hablan de cercanías, mencionando a localidades de una misma provincia en donde la actividad del turismo rural puede resultar una experiencia muy válida.
La realidad nos demuestra que la cercanía/proximidad se funda en la relatividad, ya que los escenarios futuros son suposiciones aún donde el corto o mediano plazo es imprevisible; pero es muy previsible que el turismo no retorne de forma masiva.

Las familias y visitantes pospandemia seguramente elegirán destinos de naturaleza (por la sensación que se contrapone al de encierro), con poca o nula aglomeración de visitantes (por las medidas de bioseguridad), buscarán oferta en precios y tarifas accesibles (por la economía caída e incierta) y en la “cercanía” a su lugar de residencia porque no se sabe aún cuándo estarán dispuestos a trasladarse, ni cuándo se les permitirá. Mientras seguiremos tratando de sumar alternativas.

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