La actualidad del turismo y su condicionante de ultima hora

Oscar Dellamea. TUAET. UNaM.

Desde que arrancó la historia del COVID presente y conocida, con todos sus detalles de pormenores y hasta su conjunto en general se habló de que el turismo iba a cambiar y a estas alturas y circunstancias del “partido”, es evidente que ha cambiado y no desde el punto de vista de las “necesidades y deseos” a satisfacer al viajero, sino más bien en las exigencias hacia estos, previas inclusive, a sus deseos y expectativas inconclusas y por intentar finalizarlas. 

Exigencias, por cierto, que podrían hasta alejar las ganas o deseos de satisfacerlas y llevarlas a cabo; es que terminan imponiendo algo hasta perverso y que condiciona el deseo que cualquiera pudiera tener en realizar un viaje en cualquiera de sus modalidades y situaciones. 

Un costo más, qué a la hora de evaluación del mismo, antes pasaba desapercibido y no tan expuesto conscientemente, aunque muchos lo consideraran bajo otras circunstancias y detalles, hoy día está vigente y expresado con todas sus letras; hablamos de los famosos certificados de las Pruebas de Reacción en Cadena de la Polimerasa, conocidas por sus siglas PCR, nuevo requisito, para saber si sos o no apto para realizar turismo o ingresar a un lugar turístico en la Argentina. 

Las pruebas de laboratorio PCR, de vigencia de no más de 48 horas, han venido a formar parte de la condición de ser turista o no, de ser viajero, visitante o excursionista, de ingresar o no a un lugar y que implica la participación necesaria de una nueva área en el turismo algo que hasta hace un tiempo atrás tenia actores bien definidos y hasta analizados por los conocedores de la actividad, pero que ahora, ajeno a la modalidad y vigente y actual por el cambio, forman parte y como tal. 

Hoy, estas pruebas y sus actores, integran la parte de la oferta y condicionan la demanda, y que se han incorporado en la actividad, como aquellos condicionantes que entran por la “ventana” y terminan cambiando la perspectiva de análisis y proyecciones de cualquiera. 

Elecciones de lugares con estas limitaciones o pruebas, son motivos de análisis, aun a contramano del resguardo de la salud, pero que luego de tantos meses de encierro, so pesan en la psiquis del viajero. Antes, un viaje turístico se planificaba por meses, incluso quienes vienen de lugares alejados, lo hacían previamente por años, hoy día, la planificación deberá encuadrarse y bajo este condicionante en no más allá de las 48 horas previas, teniendo en cuenta que tal prueba es contundente y punto final es caso de positividad. 

Lógicamente este párrafo anterior tendrá miles de críticas, pero con un pensamiento de empatía hacia el viajero, luego de comprar los pasajes, de reservar el lugar y verificando todos los seguros y demás cuestiones del viaje, debes tener un cuidado especial a tu salud y rogar que la famosa prueba de bien y aun siendo los más positivo para la realización del mismo, rogar que salga “negativa”, puesto que, si no, todo aquello previo y gastos previos, deberán ser olvidados y dejados de lados, con todo el perjuicio que pueda llegar a ocasionar a las finanzas del viajero, o por lo menos, posponerlo por más de 14 días e implorar que las condiciones sean las convenientes para todos los partícipes del mercado. 

Antes un resultado adverso, que en este caso sea un PCR positivo, allá quedaran guardados y olvidados los beneficios de las ofertas de pasajes, alojamientos y excursiones contratadas, conjuntamente con las expectativas de reactivación del oferente del otro lado. Haciendo un correlato a la situación anterior, es como hacerse una prueba de “PCR” contra futuros accidentes que puedan llegar a tener un viajero durante su tránsito y estadía en el destino elegido, algo al azar y que va más de la mano con la lógica y la simpleza del hecho de “cuidarse” y ser precavido al de un análisis de algo que nadie puede tener como sabido y mucho menos prever a menos que lo haya sido sumamente cuidadoso en su vida y entorno, asumiendo el detalle de la invisibilidad existente del generador del cuestionamiento. 

Esto es  como solicitar un certificado de libre accionar a las fuerzas del destino, a menos claro, que alguien sepa que por ese tiempo no sufrirá algo por parte del libre albedrío de la vida, es como comprar un “pasaporte” de libre tránsito por 48 horas o un pacto con la vida misma a resguardo de por lo menos la integridad y salud física para ir a recibir, lo que tanto se anhela con un viaje, la recomposición espiritual y satisfactoria que el hecho de viajar, conocer, relajarse y disfrutar, otorga. 

Más allá de lo que una prueba de PCR represente, hoy por hoy forma parte más que importante, una condición sin ecua non, aun a costas del propio pasaporte de salida al extranjero o documento de identidad de las personas, el saber si por 48 horas, estarás libre de portar los síntomas o de contraer la enfermedad o ser portar de las enzimas de una enfermedad misteriosa y poco clara que después de casi 9 meses de vigencia, su acción a combatirla se resumen con distancia, barbijo, alcohol o lo más llamativo, con higiene y cuidado.

Un costo más, pero más que eso, un condicionante más. Un PCR es un permiso, un compromiso, una obligación, un costo y sus ejecutantes aquellos laboratorios habilitados para tal fin, que hoy por hoy generan un buen negocio, parte del y condicionante de la demanda turística, aunque algunos lo nieguen. 

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