Imperio: viejo modelo y nuevas máscaras

por   Alfredo César Dachary, Mexico. “Los imperios del futuro serán los imperios de la mente” Winston Churchill.

Hoy estamos a pocos meses de las elecciones en Estados Unidos, donde no se define solo quien presidirá el país, sino los movimientos del imperio en los próximos años, especialmente decisivos para Latinoamérica, en una etapa donde la presencia de China es muy concreta y está avanzando firmemente en Brasil y Perú, además de otros nuevos frentes regionales, desde Bolivia a Venezuela.

En estos días sale una declaración fuera de contexto del ejército de Chile que se siente amenazado por el mega sistema portuario que está construyendo Perú y China, y que les quitaría el mercado del trasporte marítimo del norte de Chile, de Bolivia y parte de Brasil, y que afecta la región que Chile le quitó a Bolivia en la guerra transnacional y que ahora se revierte como un problema mayor.

Las elecciones en Estados Unidos son importantes porque, en medio de esta nueva guerra fría, se está definiendo la hegemonía mundial individual o compartida, y la forma de asegurar una paz cada día más asediada y frágil en momentos en que se lleva a cabo un genocidio con el aval de Occidente y su principal comparsa legal, el Tribunal Internacional de La Haya en Países Bajos.

Ya el viejo cuento que se les relataba a los latinoamericanos de que los demócratas eran buenos y los republicanos malos, es hoy una broma, ya que, con solo analizar los últimos gobiernos demócratas, encabezados por Obama, el Premio Nobel que más guerras inició en este nuevo siglo, bajo el amparo de “proteger la democracia”, logrando un triste récord mundial.

Donald Trump, definido como anti demócrata, pero que ha sido durante su Presidencia el tiempo en que menos enfrentamientos militares se generaron, lo cual no es “un detalle más”, sino un llamado a ver con claridad esta disputa en la cual van muchas cosas importantes en juego, desde una guerra a escala mayor a nuevos enfrentamientos en la periferia, hasta mantener viva la idea más brillante de la industria militar, “la amenaza externa”.

Para quienes consideran que los términos de imperialismo y colonialismo están pasados de moda y prefieren utilizar eufemismos como globalización neoliberal o nuevo orden mundial, la organización World Beyond War ha puesto a disposición de periodistas, activistas, investigadores y lectores individuales una nueva herramienta en línea que permite observar la ubicación en el globo terráqueo de las 867 bases de Estados Unidos, fuera de su territorio, una manera de entender las áreas geopolíticamente más estratégicas, para los intereses imperiales.

La URSS se derrumbó, pero no fue a partir como muchos falsamente sostienen, de su intervención en Afganistán, el proceso comenzó con la catástrofe de Chernóbil, el 26 de abril de 1986. Fue entonces cuando los soviéticos se dieron cuenta de que el Estado ya no controlaba nada.

La URSS no sólo no reaccionó, sino que abandonó a sus aliados no europeos, sobre todo a Cuba, así después de haber querido ser un reformador, el Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética, Mijaíl Gorbachov, se convirtió en liquidador, triste papel para otro burócrata embaucado con las ideas “libertarias”.

Después vino la pesadilla. Algunos “nuevos rusos” se apropiaron de los bienes de la colectividad, llegando incluso a batirse a tiros en las calles de Moscú y de San Petersburgo. Se derrumbó la producción y en muchas regiones de Rusia se hizo difícil encontrar qué comer; durante 15 años se registró un descenso brutal de la esperanza de vida. La caída era tan grave que nadie creía que el país pudiera levantarse rápidamente.

En plena caída de la URSS, el 11 de septiembre de 1990, el presidente George Bush padre lanza ante el Congreso la idea de un «Nuevo Orden Mundial». En aquel momento, el presidente estadounidense acababa de orquestar en el Golfo Pérsico una guerra a la que se unieron casi todos los Estados del mundo y los Estados Unidos ya se había convertido en la superpotencia única cuyo poderío nadie cuestionaba.

Paul Wolfowitz elabora entonces una doctrina destinada a impedir la aparición de un nuevo competidor que pudiese tomar el lugar de la URSS, y sin la menor vacilación, Wolfowitz señaló el proyecto político del presidente francés François Mitterrand y del canciller alemán Helmut Kohl, la Unión Europea como el nuevo adversario a eliminar, así que Washington impondrá a la UE la obligación de integrar en su seno a todos los Estados que habían sido miembros del Pacto de Varsovia y las repúblicas ex soviéticas. Ese incremento apresurado y exagerado de la cantidad de países miembros convierte la Unión Europea en un mastodonte cuyas proporciones absurdas lastran gravemente su funcionamiento, y además fuerza a que se reconozca en el Tratado de Maastricht que la defensa de la Unión Europea depende de Estados Unidos. Aunque nadie amenaza entonces la supremacía de Estados Unidos, en Washington saben que el equilibrio interno del país es frágil. Las transnacionales han desplazado al exterior millones de puestos de trabajo, perjudicando así a los trabajadores estadounidenses, y la economía de Estados Unidos depende más de la internacionalización del dólar que de la riqueza producida, además de la deuda económica nacional impagable

¿Qué es un Imperio?

El Imperio es el sujeto político que regula efectivamente estos cambios globales, por lo que es el nuevo poder soberano que gobierna al mundo, que al final del siglo XX había pasado de cincuenta países a doscientos a consecuencia del proceso de descolonización y la generación de una nueva periferia pobre fruto de cinco siglos coloniales.  

Muchos sostienen que la globalización de la producción capitalista y el intercambio significa que las relaciones económicas son más autónomas de los controles políticos, y por ello ha declinado la soberanía política, porque con la globalización, la soberanía de los Estados-naciones, aún es efectiva, pero esta declinando progresivamente.

El imperialismo fue realmente una extensión de la soberanía de los Estados-nación europeos más allá de sus fronteras, allí se afianzará la moderna soberanía, que reproducía su dominio social e imponía fronteras jerárquicas, para vigilar la pureza de su identidad como para excluir otra distinta.

El Imperio no establece centro territorial de poder, y no se basa en fronteras fijas. Es un aparato de mando descentrado y des territorializado que incorpora el mundo global dentro de sus fronteras abiertas y expansivas, por lo que maneja identidades híbridas, jerarquías flexibles e intercambios plurales por medio de redes moduladoras de comando adecuadas a su operación mundial.

Es así, como el capitalismo se enfrenta a un mundo suavizado, amansado luego de casi medio siglo de alzamientos, rebeliones, intervenciones y golpes de Estado para controlar el proceso de descolonización.

Un mundo definido por nuevos y complejos regímenes de diferenciación y homogenización, desterritorialización y re territorialización, fruto de una transformación de los propios procesos productivos dominantes y el rol del trabajo fabril industrial ha sido reducido por el trabajo cooperativo, comunicacional y afectivo, camino a un remplazo masivo a pocos años.

En la post modernización de la economía global, la creación de riqueza tiende a lo que denominamos producción biopolítica, la producción de la misma vida social, en la cual lo económico, lo político y lo cultural se superponen e infiltran crecientemente entre sí, y se van transformando.

Una nueva forma imperial de soberanía está emergiendo, contradice ambos puntos de vista, Estados Unidos no puede y ningún Estado-nación consigue constituir el centro de un proyecto imperialista, ya que éste no se presenta como originado en la conquista, sino “un orden que suspende la historia”, y así pretende fijar el Estado existente para la eternidad. O sea, un régimen sin límites temporales, fuera de la historia o en el fin de la historia.

El mando del Imperio opera sobre todos los registros del orden social, extendiéndose hacia abajo, a las profundidades del mundo mismo y no sólo maneja un territorio y una población, sino que también crea al mundo emergente que no sólo regula las interacciones humanas, sino que también busca, directamente, regir sobre la naturaleza humana, función que opera la denomina ciencia de la vida.

El objeto de su mando es la vida social en su totalidad, y por esto el Imperio presenta la forma paradigmática del biopoder, en la amplia concepción ya descrita por Foucault.

El Imperio está continuamente en guerra, para menester activa la gran fuerza militar que lo respalda y así mantiene una paz de muchas cruces que se diluyen en miles de páginas del tiempo, pese a que el concepto de Imperio está siempre dedicado a la paz perpetua y universal, fuera de la historia real y asumida como fe frente al poder omnipotente de la fuerza.

Las fuerzas que sostienen al Imperio son capaces de construir un contra Imperio, organización política alternativa de los flujos e intercambios globales y por medio de esas luchas y muchas más como ellas, la multitud deberá inventar nuevas formas democráticas y un nuevo poder constituyente que habrá de llevarnos algún día a través y más allá del Imperio, aunque aún suene como utopía.

Hoy vivimos en un estado de guerra constante y expansivo, desde atentados a rebeliones, desde reivindicaciones a invasiones, ya que el poder se debe ejercer para recordar que existe, y que no tiene amigos solo socios, pero que son circunstanciales.

Pero también el Imperio puede ser la máscara que oculte algo mayor y más peligroso, ya que ocupa todos los espacios hasta los de creación de nueva vida, una llave que puede abrir nuevos infiernos peores que los que ha pasado la humanidad.

Doctor. Alfredo César Dachary cesaralfredo552@gmail.com PSS 28/05/2024

Creditos Fotograficos: pexels-quang-nguyen-vinh-222549-14021580 (1) pexels-gabby-k-7412072
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