“Los verdaderos hackers siguen un cierto conjunto de reglas éticas, que les impiden lucrar o causar daño con sus actividades” Kevin Mitnick.
Alfredo César Dachary
En una nueva sociedad en proceso de desmaterializarse y hacerse totalmente digital, las informaciones falsas o construidas para afectar a un contrincante son temas de todos los días y la población en las redes alaban a los grandes hackeadores como promotores de una verdadera transparencia, dejándolos del otro lado, solo amparados en su poder y sus falsas visiones.
A los hackers inicialmente se le ha dado un tratamiento prácticamente de delincuentes, al extremo que los dos mayores hackeadores de las bases secretas de información de Estados Unidos, están sujetos a juicio y el más antiguo Julián Assange, detenido en el Reino Unido, a solicitud del gobierno norteamericano para responder la extracción y socialización global de la información reservada del Departamento de Estado de Estados Unidos, algo que obligó al otro “gran extractor de información”, Edward Snowden.
Este super hacker mostró la magnitud, profundidad y las dimensiones de la «recolección» de datos por parte de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, que está asociada a una «administración planetaria» que busca dar respuesta a las crisis, fortaleciendo al mismo tiempo el capitalismo «de desposesión» actual y enfrentando a grandes resistencias.
Junto a la información mostró las prácticas que llevaban a cabo la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de Estados Unidos y el Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno (GCHQ) del Reino Unido, lo que generó un debate mundial sobre la fuerte amenaza de los servicios de inteligencia en “el mundo libre” para construir una “nueva democracia”, que ya han titulado: el capitalismo de la vigilancia.
Esta gran operación de blanquear el mundo del accionar de los «Cinco Ojos», compuestos por las agencias de Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, mostró en qué medida espían a los ciudadanos de todo el mundo y cómo roban datos a escala planetaria, lo cual viola la privacidad de todas las personas, amparada por el Artículo 8 de la Carta de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y representa una profunda amenaza para la libertad de opinión.
El período que inauguró Julián Assange, periodista internacional que fundó el sitio web WikiLeaks y que se hizo famoso en 2010 cuando, a través de WikiLeaks, publicó cientos de miles de documentos secretos de Estados Unidos que evidenciaron el abuso que cometió en las guerras de Irak y Afganistán, se da en pleno reverdecer de la guerra fría luego de los atentados de las Torres Gemelas el 11-S.
Assange y Snowden han sido los más conocidos extractores de información altamente clasificada y socializada a través de los grandes medios, y marca el punto más alto del desarrollo del emergente mundo hacker y su utilización política en esta nueva etapa de conflicto entre Oriente y Occidente.
En esta emergente sociedad digital lo distópico, a mi modo de ver, no es tanto el intercambio de información como la asimetría que se produce en tal intercambio, ya que, si tienes acceso a tus medios de información de manera gratuita, significa que el producto eres tú, pero si la información no te ha sido vendida entonces eres tú el que está siendo vendido.
Mucha información puede ser extraída sobre nosotros, que nos gusta y más, y muchos consumidores se asombran de saber la información que generan sobre sí mismos, ya que están convencidos que la era post-TV era una especie de servicio público gratuito, ilusión que ciertas empresas no tienen reparo en perpetuar en sus usuarios, pero no en los inversores a los que le cuentan algo muy diferente.
Las industrias de la vieja cultura ya sabían cómo sacar provecho del ocio, después se logró regularlo por las luchas obreras y el capitalismo cedió, pero encontró la forma de mercantilizar el tiempo libre del trabajo, de los grandes espectáculos al turismo.
En la era post-TV, las industrias culturales son remplazadas por industrias buitres, que ni siquiera proporcionan entretenimiento y no se apropian solo de nuestro trabajo o el ocio, sino que mercantilizan nuestra sociabilidad y demás cosas en común, y existe una Economía política que funciona gracias a estas asimetrías como forma de control o equiparable a un nuevo tipo de relación de clase.
En la actualidad, existen diferentes clases de propietarios, unos que poseen la tierra que pisamos y otros que poseen las fábricas, y hay un nuevo grupo que no poseen otras cosas, como el vector a lo largo del cual se almacena y usa la información. En la actualidad, todo animal o humano puede ser rastreado, monitoreado y ser transformado en información y toda información podrá generar predicciones sobre movimientos a futuro.
La información solo existe cuando hay un material y un sustrato energético capaz de almacenarla, trasmitirla y procesarla, así la información es ahora una fuerza organizadora tan potente que se ha filtrado en nuestra manera de ver el mundo.
Por ello es que cuando hoy decimos “tecnología”, por lo general queremos decir tecnologías que instrumentalizan la información: tipos específicos de aparatos, que reúnen, clasifican, gestionan y procesan información, que luego se usa para controlar con objetos del mundo. La información tecnológica es una especie de meta tecnología diseñada para observar, medir, registrar, controlar y predecir que objetos y personas, pueden, deben o deberían hacer.
Estas tecnologías logran que la información sea muy asequible y abundante, dando lugar a un extraño tipo de economía política, que se basa no únicamente en la escasez de las cosas, sino también en el exceso de la información. Esto último ha planteado un problema nuevo para el poder: cómo mantener las mismas formas de desigualdad de clases, de opresión, de dominación o explotación, a partir de algo que es ridículamente abundante.
Para algunos se trata de un nuevo modo de producción, y esto no es el capitalismo sino algo peor, ya que la clase dominante ya no detenta el poder a través de la propiedad de los medios de producción, como hacían los capitalistas antes, hoy la clase dominante es la que posee y controla la información.
El economista inglés Paul Mason en su clásico ensayo describe el concepto de postcapitalismo a partir de que la principal contradicción de nuestro tiempo consiste en que hay bienes abundantes e información libre, enfrentados a un sistema de monopolios, bancos y gobiernos que intentan mantenerlo todo privatizado, escaso y comercializable.
Este planteamiento es un gran avance, pero aún faltan dos cuestiones sin resolver, la primera es como plantear en lenguaje renovado para describir la situación actual, el lenguaje es el marco de las ideas de cada época, cuyo mejor exponente fue sin dudas Darwin, hijo dilecto de la revolución industrial. En segundo lugar, el reto es como identificar aquello que, en nuestro lenguaje heredado sobre el capitalismo, no nos impida avanzar en el pensamiento y la acción. No todos aceptan el final del capitalismo y otros su remplazo por el control de la información como nueva materia prima fundamental, es un salto muy riesgoso al futuro, aunque ya lo estemos transitando
El sector tecnológico, que no es lo mismo que la economía real, aunque esta objeción está débil, ya que los líderes de la información controlan gran parte del mundo: Amazon, Tesla, Facebook, Google, Apple y otros. Walmart es un ejemplo, genera buena información de un intercambio asimétrico, por rebaja en productos de uso diario, te exige indirectamente que integres tus datos al modelo predictivo.
Amazon vende un producto llamado Echo, que se vende y se puede poner en cualquier rincón de la casa y puede espiarte con los 7 micrófonos adicionales. Echo conecta con Alexa y con la IA y el objetivo es aprender tus hábitos, necesidades y deseos para satisfacerlo. Pero no te pagan por tener Echo, ya que el “objetivo es entender lo que el humano necesita”, lo que quiere el humano desde la perspectiva del consumo.
Echo y Alexa te ocultan lo que hay entre la enunciación y un deseo y su realización por parte de Amazon, Echo es la capa superior “pila”, tu deseo de ser analizado y que la máquina lo pueda comprender y la interfaz te relaciona a ella con el resto de la pila, como un tipo especial: eres el usuario y opera cuando dices “Alexa búscame este libro”. De allí pasa a otras capas que concluyen entregarte una copia, aunque sea electrónica, del libro inmediata o días si es físico.
Así tenemos que se ha pasado por varias capas: la dirección, es donde estas como usuario y está el libro que deseas, la ciudad es donde reside la parte física de la infraestructura, en un local o una parte y así pueden entrar otras áreas de Amazon para buscarte y encontrar el libro para adquirirlo, la nube conecta esos diferentes lugares operando según la información recopilada por todos ellos y la tierra es el lugar de donde se extraen los recursos o la energía para poner en marcha todo este vasto edificio de mercancías digitalizadas y donde se edita el libro, si no viene de otra editorial.
Sin embargo, hay más diferencias, ya que es una economía política en la que eres el usuario y toda la actividad se hace por el móvil o desde tu ordenador portátil, cada vez menos intermediarios y más comercio, la pregunta es ¿quién opera esta amplitud del mercado, “las nuevas tecnologías”?
Cada vez menos se habla de hackeo, hacker y más de noticias falsas, de intromisión en las contiendas electorales, de usos de las redes sociales como agentes de seducción, por cambiarle el nombre a la triste manipulación
El tema tiene varias respuestas, nosotros planteamos solo dos de muchas: una es que el tiempo se acelera por la superación cada vez más rápida de tecnologías lo cual incide en la sociedad digital y segundo, los modelos de vigilar, las sociedades van cambiando y hoy emerge laeconomía cislunar, que se refiere a las actividades y emprendimientos económicos que tienen lugar en el espacio y orbitas entre la Tierra y la Luna. Entre la 4ª. Revolución industrial y la 5ª. no nos han dejado tiempo para la comprensión de tanta información; entre la 1ª. y la 2ª. pasó medio siglo y entre la 3ª. y la 4ª. un tiempo más corto, ratificando una afirmación cada vez más reiterada: la reducción del tiempo y el espacio o el cambio de medidas para entenderlo mejor
De los hackers de los 90´a los escándalos de la primera década del siglo XXI, el tiempo corrió a gran velocidad, algo que incide entre los sujetos para entender, asimilar y usar estos profundos cambios del mañana que vivimos hoy.
Doctor Alfredo Cesar Dachary . cesaralfredo552@gmail.com
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