Dos modelos en pugna

Por Alfredo César Dachary. Mx. Entre los principales impactos del cambio climático global están la elevación de mares y océanos porque se derriten los grandes glaciares y ello incrementa el nivel del mar, lugar donde viven en el mundo de las costas a menos de 100 km, cerca del 60% de la población mundial.

“El futuro de la Tierra está marcado por el cambio climático y la expansión del Sol.” (IA)

                            Alfredo César Dachary

A partir de la mitad del siglo XX, para unos, y en el siglo XIX, para otros, hemos entrado en una nueva era geológica, el Antropoceno, que viene emerger con la era atómica en los 40’ del siglo pasado, y se toma para algunos este profundo año por las grandes consecuencias que genera, incluido los rastros en las crisis de las centrales atómicas que tuvieron serios incidentes y altos costos como fueron los casos de Chernóbil en la URSS a la última gran afectación en Japón, Fukushima, cuyas huellas se estima duren hasta 250 a 300 mil años, huella tan larga como en otros grandes impactos geológicos como meteoros y otros.

Entre los principales impactos del cambio climático global están la elevación de mares y océanos porque se derriten los grandes glaciares y ello incrementa el nivel del mar, lugar donde viven en el mundo de las costas a menos de 100 km, cerca del 60% de la población mundial.

A esto hay que sumarle un incremento de la contaminación humana, como es el denominado “7mo. Continente”, la mayor mancha de basura, principalmente plástica, y que se estima que tiene una superficie de 1,6 millones de kilómetros cuadrados, ubicada en el Pacífico entre Estados Unidos y las islas del Pacífico norte.

Este gran problema de contaminación marina fue descubierto por el capitán y oceanógrafo estadounidense Charles Moore, que encontró esta isla en 1997, que está formada principalmente por plástico, un material que puede tardar hasta mil años en biodegradarse. 

Otro importante impacto es el cambio en el ciclo del agua, que en el 2024 lo hemos experimentado en España, Inglaterra y Estados Unidos, con grandes impactos en la infraestructura urbana, desde los denominados “ríos de nubes” hasta los mega ciclones y tornados que han golpeado a grandes ciudades del mundo.

La destrucción de los ecosistemas es otro grave riesgo, que en esta Bahía de Banderas se ha podido constatar, ya que, de los siete humedales, tres han perecido, como marinas y puertos náuticos, canales de ciudades turísticas y otros están seriamente afectados. Todos estos impactos implican un aumento de fenómenos meteorológicos extremos, que van subiendo de nivel de manera rápida.

Hay muchos impactos más desde la acidificación de los océanos, la desaparición de los bosques que inciden en el ciclo del agua y las graves consecuencias que se dan desde los mega incendios de enero 2025 en Estados Unidos, a la invasión de sargazo en el Caribe y la afectación a las zonas de playa.

En el último medio siglo (1970-2020) se han generado nuevos estudios, conferencias, seminarios y demás acciones colectivas a fin de poder enfrentar los retos que nos plantea el cambio climático global. Desde la primera reflexión profunda construida por el Club de Roma a la Conferencia y Declaración de Estocolmo sobre el Medio Humano de 1972 y desde la elaboración del Informe “Nuestro Futuro Común”, conocido principalmente como Informe Brundtland, han emergido muchas declaraciones, pero muy pocas acciones ante la visión de las grandes potencias, que ponen en el frente de sus prioridades el desarrollo económico de las mismas.

Tres décadas han pasado desde la Cumbre de la Tierra, mejor conocida como Cumbre de Río (1992); y la suma de estas conferencias dieron nacimiento a destacadas instituciones, nutridas agendas y célebres días que nos invitan cada año a reflexionar sobre nuestra relación con la naturaleza y los múltiples desafíos globales giran en torno a dónde estamos y hacia dónde vamos.

En la Conferencia de Estocolmo 1972, donde nació el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y el mismo día de la conferencia se propondrá posteriormente como el Día Mundial del Ambiente, pero los resultados no pasan de ostentosas declaraciones.

No comprendemos que hemos transformado tanto y en tan poco tiempo a nuestro mundo que en muchas situaciones no encontraremos un punto de no retorno a un estado original o cercano a ello, y la restauración de nuestros bienes naturales comunes se hace cada día algo lejano, complejo y altamente costoso.

Se ha avanzamos en muchos aspectos de nuestra vida y de su calidad, como es la salud, la educación, las nuevas tecnologías, la ciencia, el acceso a la información, el crecimiento, pero aún no hemos podido visualizar que esto se da en mayor medida a partir de agotar nuestro futuro, tomando el capital natural que la propia tierra nos brinda.

Nacimos con el hábito de utilizar los recursos de nuestro entorno, es decir, la naturaleza y sus bienes comunes, para poder progresar y desarrollarnos, pero no hemos podido ejemplificar el concepto de desarrollo sostenible del cual hablamos hace varias décadas.

Es muy claro que actualmente convivimos con múltiples realidades complejas, las cuales se tornan integrales y amplían su alcance de impacto por el simple hecho de engrandecer problemas que se encuentran interconectados.

Habitamos tiempos difíciles por las múltiples crisis que se articulan. Crisis de biodiversidad, crisis climática, crisis humanitarias, crisis de las instituciones democráticas, situaciones de conflicto y guerra, índices de pobreza y desigualdad jamás visto, niños y niñas en tareas forzosas, mujeres limitadas por las leyes y las sociedades que se autodenominan de una manera y actúan de otra, y pasan los años, sin dar solución a los grandes problemas.

Disyuntivas personales, problemas globales

El Año Geofísico Internacional fue un evento científico que logró superar lo que tantos años de guerra habían frenado y poner las cosas en su lugar: “La guerra es un asunto de países y la ciencia de la humanidad”.

Durante este año geofísico se lanzaron 500 cohetes de investigación, 12 satélites, 5 sondas para observar la actividad solar y los rayos cósmicos y además se instalaron magnetómetros de gran sensibilidad, para detectar la actividad magnética en el océano, arrastrados por grandes buques transoceánicos. Así mismo se logró acuerdo para la firma del 1er. Tratado Antártico y se inauguró el Word Data Center System y el 1er. Centro de Análisis del Clima.

En la “terraformación”, Benjamín Bratton, plantea que la nueva epidermis de la tierra son los satélites y demás artefactos e inciden en el CCG, antes no existía porque no se podía ver. El relato es lo que le da forma a la realidad y las tecnologías cambian el relato, no trasforman el mundo, pero si la experiencia del mundo, creando lo que algunos llaman “Trauma copernicano”.

En 1963, Murray Michell usó los datos combinados de 200 estaciones meteorológicas, para crear una reconstrucción de la temperatura del planeta desde 1880, descubriendo que ésta sube desde 1940, tendencia que nos alcanzará en pocos años.

Para Benjamín Bratton, autor de “La terraformación, programa para el diseño de una planetariedad viable”, el 2030 es una doble fecha límite, ya que según las proyecciones el cambio climático será irreversible si no hacemos algo drástico en materia de descarbonización y según los economistas el colapso social será también irreversible.

Esta doble cita con el destino no es casual, ya que ambas crisis comparten las mismas causas, “la cuestión de la automatización está dentro de la cuestión del cambio climático y viceversa”.

En el 2016, en Guadalajara, México, se celebró el 67º. Congreso de Aeronáutica, donde se enfrentaron dos posiciones diferentes sobre el futuro de la tierra, por parte de los dos empresarios más exitosos en la Quinta Revolución Industrial y además los más ricos del mundo occidental.

El primero, Jeff Bezos, uno de los más rico del mundo, que en 2021 anunció que dejaría el cargo como director ejecutivo de Amazon para pasar a ser presidente ejecutivo.

 En julio de 2021, Jeff Bezos viajó al espacio junto a su hermano a bordo de su propio vehículo, el Blue Origin New Shepard, en el vuelo suborbital NS-16.  Creó varias empresas de rubros diversos entre ellas: AmazonBlue OriginBezos Earth FundKuiper SystemsBezos Expeditions.

Bezos opinaba que el camino es quedarse en la tierra, sin descartar el grave problema a enfrentar, desde un gran meteoro, que ya arrasó la tierra hace millones de años a los grandes problemas derivados del CCG.

En el otro extremo de la lucha por el control privado de lo que se ha dado en llamar la 5ª. Revolución Industrial está Elon Reeve Musk, que es un empresario, de origen sudafricano pero radicado y nacionalizado estadunidense hace varios años, quién es un inversor, activista político conservador​​, asesor del nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

Musk es el fundador, consejero delegado e ingeniero en jefe de SpaceX; inversor, director general y arquitecto de productos de Tesla, Inc.; además fue fundador de The Boring Company; y cofundador de Neuralink y OpenAIMusk, cree que, ante la perspectiva futura de un evento de extinción, la alternativa es ser una especie multiplanetaria, y eso va a darse cuando empiecen a reducirse los recursos del planeta. El primer lugar para colonizar sería Marte.

Para el senador Bernie Sanders, el que los dos hombres más ricos del mundo que juntos controlan más del 40% de la riqueza de Estados Unidos, es “Un nivel de avaricia y desigualdad, no solo inmoral sino insostenible”, así se entiende la actitud ante los grandes problemas. Estos dos puntos de vista son de un nuevo tipo de líder mundial, empresarios exitosos en sus rubros y principales inversionistas en la conquista del espacio y la colonización de otros planetas. Ambos no lo plantean directamente, pero son la expresión terminal del modelo antisocial conocido como el neoliberalismo.

Doctor, Alfredo César Dachary. México.  cesaralfredo552@gmail.com. PSS 26/05/2025

Créditos fotográficos cambio climático pexels-robinerino-2975498 (1)

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