De la hiperinteligencia al Novaceno

por Alfredo César Dachary, Mexico “Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie”. Giuseppe Tomasi di Lampedusa.

                                              

La polémica del siglo XXI entorno a la Inteligencia Artificial (IA) es una parte de la contradicción histórica sobre diferentes creencias, religiones, ciencia y tecnología, y que se remonta a época en que los científicos y pensadores eran juzgados y castigados por la Santa Inquisición, mano represora de la iglesia católica, para frenar la transición a una sociedad desacralizada y organizarla en nuevas ideas que emergen desde el comienzo de la modernidad, a fines siglo XV.

El mundo del siglo XXI que está seriamente amenazado por el cambio climático global, que ha profundizado vía el neoliberalismo la mayor asimetría social de la época, en mundo con exceso de productos y mezquindad para su reparto, grandes adelantos y profundos atrasos, que hoy la naturaleza los hace más visibles.

El mundo político, el de los poderes económicos y financieros y el científico se han agrupado en dos posiciones extremas respecto de la urgente transformación que exige la gravedad de estos difíciles tiempos, mientras la grieta que separa las dos visiones se hace cada vez más profunda haciendo imposible buscar una solución acordada por la mayoría en el tema del cambio climático, que se hace sentir cada vez más fuerte en diferentes países, regiones y continentes.

Así tenemos que en tiempos en los que abundan las visiones polarizadas alrededor de la IA y el futuro de las nuevas tecnologías, es necesario buscar una mirada alternativa y optimista de la inminente conquista del mundo por parte de la IA y sus implicaciones para el futuro de esta civilización.

Esta versión positiva la encontramos en “Novaceno: La próxima era de la hiperinteligencia” de James Lovelock, considerado uno de los científicos ambientalistas y pioneros en estos estudios, de mayor prestigio en la comunidad científica de Occidente.

En este nuevo y último libro de este importante pensador, donde emerge el Novaceno, nueva era en la cual se presenta una visión sorprendente de un futuro cercano de la Tierra, en el que el cambio climático amenaza nuestra existencia y la tecnología de inteligencia artificial ha cobrado vida.

El surgimiento de esta nueva forma de vida, que él considera que superará ampliamente a la humanidad en su inteligencia, marcará el final de Antropoceno y el comienzo de una nueva era en la historia de la Tierra, una época que el autor llama el Novaceno.

El libro con un alcance extremadamente ambicioso, destaca nuestro momento particular en la historia y articula una teoría extraordinaria sobre el propósito del Cosmos y nuestro lugar en él, para evitar caer en la visión limitada y obsoleta del ecologismo tradicional.

Lo que llama la atención es que James Lovelock, quien cumplió 100 años mientras escribía este libro y es elogiado como uno de los pensadores ambientales más importantes de nuestro tiempo, y que ha sido reconocido por su trabajo sobre la hipótesis de Gaia que, cuando se formuló por primera vez en la década de 1970, revolucionó la forma en que la ciencia llegaría a concebir la relación entre la tierra y sus habitantes.

A lo largo de su prolongada vida, Lovelock escribió más de doscientos artículos científicos y muchos libros en los que amplía el concepto de Gaia, a través de una visión audaz cada vez más adecuada a la gravedad de la situación que nos toca vivir, fruto del enfoque sobre la salud de nuestro planeta y nos impactó una frase con relación a los ciborgs o robots que estamos creando: «Seremos sus padres, pero ellos no serán nuestros hijos».

Alguna de las principales ideas de Novaceno son las siguientes: el Antropoceno está llegando a su fin y una nueva época está por comenzar: el Novaceno, como una disrupción radical, adecuada a la gravedad del peligro que se enfrenta.

La hipótesis de Gaia postula que la Tierra es un sistema único autorregulado, y la mayor amenaza para la existencia continua de vida en la Tierra es el calor.

El ambientalismo moderno está demasiado centrado en el ser humano, incluso en su condena misantrópica del Antropoceno y la innovación humana es una continuación de la evolución hacia una vida más inteligente.

La nueva forma de vida electrónica que está surgiendo será superior a la vida en casi todos los sentidos, y la humanidad ha sido el conducto a través del cual el cosmos ha llegado a comprenderse a sí mismo, pero ese papel pronto será superado.

El reinado del Homo Sapiens en la Tierra solo ha sido breve, ya que nuestro planeta tiene 4,500 millones de años y la vida ha existido en este planeta durante 3,800 millones de años, aunque la especie humana moderna solo existe desde hace unos 200,000 años. Incluso entonces, la civilización tal como la conocemos solo ha existido durante 6,000 años, y la sociedad postindustrial sólo 300.

El concepto de Antropoceno tiene su origen en la degradación ambiental, y fue en la década de 80´, cuando el ecologista Eugene Stoermer acuñó la palabra para describir el impacto que la contaminación industrial estaba teniendo en la vida silvestre de los Grandes Lagos de América del Norte.

Para Lovelock, la política ambiental moderna es básicamente reaccionaria y se enfoca en limitar la actividad humana, mitigar el daño causado por la acción humana y prohibir las tecnologías, los materiales y las industrias. Los sentimientos de culpa y misantropía en el ambientalismo moderno reflejan la cosmogonía judeocristiana, la imagen de una humanidad que se ha separado de la naturaleza a través de su industria y el conocimiento refleja el mito de nuestra expulsión del Jardín del Edén por haber comido del árbol del conocimiento.

De allí que la suposición de que la acción humana es una violación inherente de la pureza de la naturaleza es solo una versión moderna del pecado original; los ambientalistas denigran a la humanidad en favor de la naturaleza, aún perciben a la humanidad como algo especial y distinto de ella, error fundamental del ecologismo.

La humanidad es tanto un producto y expresión de la tierra como cualquiera de sus formas de vida o procesos geológicos, y debemos dejar de sentirnos culpables por los cambios que hemos provocado y centralizar todos nuestros esfuerzos en aumentar la actividad humana en el desarrollo de tecnología que nos ayude a reducir la contaminación global y el calentamiento.

Lovelock plantea que debemos centrarnos en mejorar la inteligencia artificial para acelerar el auge de la vida electrónica, ya que la innovación humana es una continuación de la evolución hacia una vida más inteligente.

La evolución por selección natural produjo algunos seres extraordinariamente complejos, inteligentes y exitosos; después de todo, nos produjo a nosotros, pero es un proceso increíblemente lento. El desarrollo tecnológico guiado por humanos ha sido extraordinariamente rápido.

La velocidad a la que el diseño inteligente de los humanos es lo que distingue de la selección natural, ya que el diseño inteligente es un proceso intencional y la selección natural opera a través de mutaciones fortuitas. Pero ambos procesos forman parte de un mismo proceso evolutivo, una tendencia hacia una vida cada vez más inteligente.

 Según Lovelock, la información es el elemento fundamental de la vida. si esto es cierto, entonces las nuevas formas de vida pronto serán inimaginablemente superiores a los humanos, ya que el surgimiento de la vida inteligente es prácticamente ineludible.

Lovelock también plantea el Principio Cosmológico Antrópico, donde el surgimiento de la vida inteligente no es un accidente, sino la consecuencia necesaria de una ley inherente a la naturaleza del cosmos, y esta ley impulsa al cosmos a tomar conciencia de sí mismo.

Esto representa el propósito último del cosmos, y se logrará en el momento en que el cosmos adquiera una autocomprensión total; y la especie humana es la primera forma de vida en lograr un conocimiento complejo del cosmos.

La humanidad, por lo tanto, representa una parte del cosmos que llega a conocerse a sí misma, sin embargo, la vida humana es sólo una etapa en la gran búsqueda cósmica de la autocomprensión total.

Los seres humanos eran un trampolín necesario en el desarrollo de la vida; los componentes de los superordenadores nunca podrían haber evolucionado por selección natural, ya que simplemente no existen naturalmente en la forma correcta.

La vida orgánica es producto tanto del azar como de la necesidad, la vida surgió por casualidad, pero las sustancias químicas necesarias para la vida existían en abundancia en la Tierra primitiva. La vida electrónica tuvo que ser diseñada por vida inteligente, pero el propósito de la vida electrónica también será desarrollar formas de vida aún más inteligentes. El planteamiento es a la vez un reto, que aporta un extremo de esta dicotomía que nos tiene a la humanidad en vilo ante la falta de esa respuesta eficaz.

Dr. Alfredo César Dachary Mexico cesaralfredo552@gmail.com PSS 04/11/2024

Créditos fotográficos:  pexels-ron-lach-9034108
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