¿Cuánto más ebo arriesgar para esto como el principio, como cuando empecé?

Tec. Oscar Dellamea

Como emprendedor y oferente turístico y viendo toda mi inversión, me pregunto, cuanto más debo arriesgar para estar como al principio como cuando empecé. 

Han pasado cinco largos meses sin poder facturar y sin ingresos, seguramente pasaran varios más. Perdón, me presento, soy un pequeño emprendedor turístico del rubro alojamientos e intento escribir algo distinto, una mirada distinta sobre este “fenómeno” que ya no se haya escrito. Lo de poner al interlocutor en perspectiva es harto conocido, por ello, hablar de las causas y efectos generados en la demanda turística por la pandemia no lo voy a hacer, como tampoco voy a opinar sobre qué hará o dejará de hacer el turista en general puesto que nadie lo sabe a menos que este reflejando sus propios pensamientos y deseos o que sea una persona experta en futurología, sobre todo cuando los estudiosos de esa parte y los mismísimos entendidos hablan de que “el turismo cambió”.

Ver los análisis desde el punto de vista psicosocial es leer un libro de ciencia de predicciones futurológicas y aunque siempre se basan en proyecciones, sus bases de datos son estadísticas de años pasados o encuestas de dudosa efectividad y que poco accionan en perspectivas a futuro y hasta me atrevo a decir, datos, reflejos y estadísticas inventadas. Analizarlos y debatir sobre ello es hasta enfermizo, pues lo único que refleja son suposiciones y estimaciones que tienen tanta probabilidad de ocurrencia como el día y la noche, es decir un cincuenta y cincuenta, máxime si de éste, nuestro país hablamos.

Esto que afirmo es porque quienes debieran regular, controlar y estimular al turismo, nada han hecho y nada han expresado al respecto, por tal hasta ahora y respetando la investidura de los profesionales de ese punto de vista, entiendo que son solo son dimes y diretes de expresiones, que quedan sujetas al devenir del resto de la actividad económica en general, nada más.

Algo ha dejado este transitar de días interminables para los que arriesgamos nuestro capital dedicado al turismo; es el sin sabor de que nada nuevo se ha resuelto en relación a los errores del pasado, acciones de dudosos resultados y; entendemos por su funciones y puesto desempeñados en el sector público que nada se resolverá, muy por el contrario, se evidencia un descontrol, inoperancia y hasta abandono por quienes debieran proteger una de las fuentes de ingreso más importante para la economía de la región, la ciudad y los particulares. Sin ir más lejos, dejaron expuestos sus claros pensamientos al no intentar debatir una Ley de emergencia turística para el sector más golpeado del sector económico.

Ver nuestro emprendimiento parado, inmóvil y destruyéndose a cada instante, a nuestros colaboradores con la mirada interrogante y nosotros mismos con nuestras familias sumidos en la desesperación de ver escapar años de esfuerzos, sacrificios y proyecciones, no es de lo más agradable, ni la almohada, ni la mejor charla amena, apaciguan la angustia que nos corroe.

En este tiempo, como oferentes del mercado turístico, pensábamos que quienes rigen la actividad, agudizarían sus pensamientos en resolver cuestiones, errores y acciones de tiempo otrora, aprovecharían “la cuarentena” para analizar y proponer cambios en las leyes, analizar las prestaciones de servicios on-line para no caer en la “cesación de pagos” unidireccional de las agencias, en la reestructuración de acuerdos, en las limitaciones de impuestos y tasas y por supuesto generar “la mano tendida” del gobierno para sostener una pata fundamental de la actividad.

Nada de ello ocurrió. Funcionarios mediocres que solo, realizaron reuniones sin un fundamento para aclararnos algo que en nada ayuda a la permanencia de un sector o brindar un vestigio de esperanza, nada.

Si hablamos de impuestos, aun nos bombardean con fechas y vencimientos de  “Ganancias y Bienes personales” sin olvidar los inmobiliarios, si hablamos de tasas por la actividad, aun están vigentes  los mínimos, esperándonos a que paguemos ni bien se reactive todo, deudas que serán ajustadas por altísimas tasas de intereses de códigos sancionados el año pasado cuando las mismas eran las más altas en años y por supuesto todo ello sumados al cumplimiento de los haberes del personal y sus cargas sociales y sin la posibilidad de hacerles frente, aunque se llenen desde el gobierno la boca diciendo que tienen la ayuda de una parte, olvidándose que el resto no hay de donde sacar.

Si hablamos de estructuras, deberemos volver a repensar los edificios en base a los nuevos “protocolos”, sin olvidarnos de verificar cañerías y desagües, ni pensar en aquellas tuberías que no se ven, en jardines y piscinas, en cámaras graseras y conductos de cocina que han estado parados y sin funcionar. Debemos asumir una inversión de puesta a punto de tanto a más valor que el de construcción en vistas al relanzamiento, sin llegar a tener en cuenta, aunque ello debemos invertir en los nuevos elementos e insumos para los protocolos de bioseguridad.

Seguramente como emprendedores, encontraremos la ecuación de costo perfecta, aquella que nos genere el equilibrio entre lo que habrá que invertir para relanzar y volver a posicionarnos. Seguramente encontraremos a los idóneos para reescribir las páginas de internet y volver a captar el mercado que teníamos, pero dudo, porque la demanda ya no está, cambió, el turismo cambió.

Tal vez encontremos la línea de crédito que nos financie, bajo riesgo de que quizás el año que viene haya un relanzamiento también del maldito “fenómeno” volvamos a estar cerrados por cinco meses y terminemos entregando nuestra vida y nuestro capital a extraños.

Como emprendedor y oferente turístico y viendo toda mi inversión, me pregunto, cuanto más debo arriesgar para estar como al principio como cuando empecé, sabiendo que quienes debieron estar atentos y pensantes hacia nosotros jamás lo hicieron ni arriesgaron nada. ¿Quiénes los asesoran y les dicen que pueden jugar con nuestra inversión?

El turismo cambió, por supuesto, descontando los atractivos, el resto habrá que re pensarlo y analizar si ese cambio también no debería afectar a quienes gobiernan y controlan la actividad. Yo soy un convencido de que sí. ¿El gran dilema será identificar nuevos mercados y si ello se concreta, coincidirán sus intereses y motivaciones con el servicio que podremos ofrecer? ¿Será posible ser rentables respetando protocolos que implican gastos y restricciones para lograr al menos, en principio el punto de equilibrio?

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