
Por Jorge Posdeley. El storytelling marcó un cambio de paradigma en el turismo: dejó de centrarse en servicios para pasar a construir sentidos, identidades y diferenciación real. Revolucionó la forma de conectar con el viajero y dio origen al turismo de experiencias tal como lo conocemos. Porque, al final, toda transformación comienza con un relato. Y el del turismo moderno empezó el día en que entendimos que la mejor manera de llegar al viajero es contarle una historia que lo invite emocionalmente a convertirse en parte de ella.
Antes de que el turismo se llenara de palabras sofisticadas, metodologías innovadoras o marcos teóricos complejos, hubo un concepto que cambió todo: el storytelling. La capacidad de narrar, conectar y emocionar fue el primer gran giro en un sector que comenzaba a comprender que vender un destino no era mostrar un paisaje, sino despertar un sentido.
En esa simple, pero profunda idea contar una historia nació el principio de una revolución que transformó la forma de diseñar productos turísticos, comunicar destinos y generar experiencias memorables. Y, como toda saga, este fue el capítulo inicial: aquel donde se descubrió el poder de la narrativa para mover personas, decisiones y emociones.
El turismo antes del storytelling: un mundo plano y descriptivo
Durante décadas, el turismo se movió casi exclusivamente por atributos: playas, servicios, precios, gastronomía, atractivos. La comunicación era descriptiva, lineal, informativa. Funcionaba, sí, pero no generaba sentido. No estimulaba pertenencia. No creaba recuerdo.
Los destinos competían por “lo que tenían”, no por “lo que hacían sentir”. Y cuando todos ofrecen más o menos lo mismo, nadie se diferencia.
La irrupción del storytelling: cuando la emoción se convierte en estrategia
El storytelling trajo un quiebre epistemológico: por primera vez, el turismo entendió que el viaje no empieza en el destino, sino en la mente y el corazón del viajero.
No se trataba de inventar historias, sino de revelar la verdad emocional detrás de cada propuesta:
¿Qué representa este lugar?
¿Qué promesa emocional encierra esta experiencia?
¿Qué relato inspira al viajero a moverse?
El storytelling permitió que los destinos dejaran de comunicar características y empezaran a comunicar propósitos. Las marcas turísticas pasaron de hablar a conectar. De describir a emocionar.
Y eso abrió la puerta a un nuevo mercado: el de las experiencias significativas.
Cómo el storytelling cambió el turismo de experiencias
El turismo de experiencias hoy dominante no existiría sin la base narrativa que le dio origen. Porque toda experiencia, antes de vivirse, necesita ser imaginada.
El storytelling fue la herramienta que permitió transformar actividades en vivencias memorables.
Ejemplos simples pero poderosos:
Un recorrido por un viñedo se volvió un viaje al origen de una familia, sus métodos y su cultura.
Una caminata en la selva dejó de ser un trayecto y pasó a ser un encuentro con la biodiversidad y la cosmovisión local.
Un pequeño emprendimiento rural dejó de vender productos y comenzó a compartir identidad.
La narrativa fue el puente entre el producto y el significado.
Y el significado es, desde entonces, la moneda más valiosa del turismo.
Por qué el storytelling fue apenas el inicio
La importancia del storytelling fue tan grande que su propia fuerza abrió nuevas preguntas:
Si una historia podía emocionar… ¿qué pasaba si esa historia además se materializaba en acciones?
¿Y qué ocurría si esas acciones, además, se vivían de manera coherente, auténtica y profunda?
Así nacieron los capítulos siguientes: el storydoing y luego el storyliving.
Pero el primer impulso, la chispa fundacional, el origen de todo… fue el storytelling.
Conclusión
El storytelling no fue una moda ni un recurso creativo: fue el punto de inflexión que permitió que el turismo dejara de vender servicios para empezar a ofrecer sentidos. Fue el nacimiento de una nueva manera de entender al viajero, no como consumidor, sino como protagonista.
Gracias a ese cambio, el turismo de experiencias encontró su razón de ser, los destinos aprendieron a diferenciarse y los emprendimientos descubrieron que su mayor valor no es lo que ofrecen, sino la historia que representan.
Porque, al final, toda transformación comienza con un relato. Y el del turismo moderno empezó el día en que entendimos que la mejor manera de llegar al viajero es contarle una historia que lo invite emocionalmente a convertirse en parte de ella.
Por Magister Jorge Posdeley. Arroba Consulting – Consultoría en Turismo, Marketing Digital y sostenibilidad licjorgeturismo@gmail.com https://wa.me/543764844111
Créditos: fotográficos pexels-rdne-7061606
