“El diseño no es solo lo que se ve y lo que se siente. El diseño es como funciona

” Steve Jobs.

   Alfredo César Dachary. Mx

La crisis de Argentina, que debería servirnos de referente y ejemplo para no repetir, se inicia a fin de siglo XX y se profundizó con la creación del “corralito”, decretado el 1 de diciembre del 2001 y que derivó en un «crack» a finales de ese año, que hizo estragos en la economía, la que se derrumbó 10.9 % en 2002, y una tasa de pobreza que se disparó al 57.5 % a la que sumaba el desempleo que llegó al 24.1 %.

Argentina tuvo en cada cuarto del siglo XX una tragedia política de costos económicos muy grandes, desde la revolución militar derechista del 30, cuando se inicia la denominada “Década Infame”, luego el triunfo de Perón, un modelo populista con una base nacionalista, y la crisis de los 70, que combinó la dictadura militar genocida que terminó una guerra, que los dejó fuera de la historia por cerca de medio siglo.

Hoy la historia se volvió a repetir, para volver al neoliberalismo absoluto, ese que definía la tristemente célebre Margaret Thatcher, hija de un modesto tendero, que se transformó en líder de los conservadores y marcó el inicio irreversible de una polarización en la sociedad inglesa, profundizada por el Brexit, o sea, la votación a favor de salir de la Unión Europea.

Cuando se trató de entender el significado de esa votación, la única explicación válida era que los Distritos de votación para salir de la UE eran los más empobrecidos de la otrora nación imperial, parece que la población empobrecida quiso vengarse de la altiva sociedad inglesa, hoy en crisis como las ex naciones coloniales y como parte de la emergencia de nuevos poderes alternativos en el mundo cambiante.

         El primer golpe digital, lo dio Trump que, con la ayuda de Cambridge Analítica, logró manejar y controlar la intención de votos para asegurar algo impensable, mientras asumía las redes sociales como un líder con millones de seguidores.

El segundo se da en Argentina con la ayuda de un grupo descocido por nombres, pero sí por ideas, desde el Neonazismo de la extrema derecha católica, con respaldo militar y pese a que Javier Milei, el nuevo Presidente, insultó al Papa y a la iglesia, ésta lo cubrió como a muchos otros criminales de guerra de la dictadura.

         Lo que ocurrió en Argentina puede ser algo similar, el empobrecimiento masivo de la sociedad, por pérdida del valor de sus ingresos o pensiones de los mayores, la falta de empleo digno y la inflación incontrolable llevaron a este país nuevamente a una profunda crisis, que elevó la pobreza al 40%, entre pobres y empobrecidos, base del gran resentimiento de una sociedad que no aprende de las experiencias negativas.

Si bien la base de la inviabilidad de la economía argentina quedó sentada con un crédito impagable de más de 45,000 millones de dólares otorgados al final del gobierno de derecha del expresidente Mauricio Macri, que no limitó la responsabilidad a éste, y ni siquiera pudo especificar el uso de ese dinero fresco, sino la complicidad del gobierno entrante de Alberto Fernández, que ajustado a la democracia, lo aceptó como una irrealidad intocable, condenado definitivamente al país a un futuro default.

Éste es el primer acercamiento al tema, hay otros más interesantes que trataremos de exponer, como es el caso de la reflexión sobre los pasos que realizó el filoso francés Eric Sadin, que abre un análisis más profundo que denominamos como el tercer modelo o golpe digital, luego del militar y el judicial.

Este autor comenta con asombro que un lugar donde más votos alcanzó Milei en todo el país, el 63%, fue un pueblito originario de la Puna a 4,200 m.s.n.m. en San Antonio de los Cobres, donde se habla mínimamente español y jamás esta emergente fuerza tuvo un militante que pisara ese lugar.

Para Sadin, el partido tiene ciber militantes, no orgánicos ni muy conectados entre sí, pero desde su casa crean videos que ven millones: la campaña es bastante efectiva y cuesta casi cero, así este partido trabaja en dos frentes, el televisivo que fue donde surgió y el ciberespacio viralizando videos en Tik-Tok, la red que tiene la mejor IA extractiva de datos.

         Este es un modelo fácil de operar, pero solo puede ser una herramienta útil para discursos de odio y sus propuestas, pero no para edificar políticas colectivas que beneficien al país, y menos que reduzcan la gran brecha social y económica que ha profundizado el capitalismo de la sociedad digital.

Hay un estado de cosas que no está en funcionamiento únicamente en esos pueblos, sino en casi la totalidad de las democracias liberales, es el estado psíquico, las disposiciones afectivas de la gente que vive desde hace unos 40 años la instauración del orden neoliberal, donde el individualismo domina y en el que estamos viviendo de desilusión en desilusión, con la desaparición progresiva del poder público, del poder regulador del Estado, en condiciones de trabajo cada vez más precarias.

A ello se le suma una idea que el neoliberalismo llevó a dogma y es que el mismo denomina el fin de la política, impresiones colectivas que hacen que ya no se pueda creer en los regímenes políticos e impresiones de impotencia y de inutilidad de uno mismo que aislado, aunque hiper conectado, debe enfrentar desde lo profundo del individualismo, un mundo nuevo, competitivo y consumista, que nunca logra saciar las ansias de consumo que ofrece un mundo de magia, pero alegría.

Vivimos con la conciencia de que hay fuerzas más grandes que uno mismo, que tienen más poder, el miedo que generan las nuevas tecnologías y el discurso negativo que nos hace pensar en que salimos del mundo de la producción para navegar en el de la marginación.

 Somos un engranaje de un sistema que nos supera, ya que, hasta nuestras ideas y sueños alimentan la máquina del consumo, sin ni siquiera poder rechazar tanta manipulación, somos lo que quiere que seamos y ello es también la “nueva política”, donde los modelos son huecos y vacíos como la sociedad que nos aloja.

 Se crea una ecuación entre la libertad individual, la posibilidad de alcanzar las propias ambiciones, sin tener en cuenta el interés colectivo y esta fórmula quedó en un plano de la ficción y luego se impusieron otros intereses, dañando la posibilidad de ese vivir en común, deteriorando los cuerpos y las mentes de las personas, acelerando la dependencia de remedios, drogas y otros falsos curadores de un sueño que no llega a concretarse.

Es por ello que hoy nuestros cuerpos y mentes están «exhaustos» por la dureza de las condiciones de vida y por la expansión de tecnologías que consumen nuestras energías, ya que nos hace vivir en un tiempo acelerado para poder imponer un mundo de consumo y teatralidad, como definía Guy Debord a la sociedad rebelde de los 80´, el último gran intento que fracasó.

Por ello, el espectáculo se presenta al mismo tiempo como la sociedad misma, como una parte de ésta y como instrumento de unificación. Por ello, el espectáculo no es un conjunto de imágenes, sino una relación asocial entre personas, mediatizadas a través de imágenes, como ocurre en las redes sociales donde todos queremos ser lo que pensamos de nosotros, no lo que somos en realidad.

Hoy ya está siendo tarde para generar respuestas, por ello ya estamos pagando las consecuencias de nuestra «ingenuidad», de no habernos enfrentado más al poder, de no haber defendido lo conseguido, como ocurrió con el fin del fordismo, de la sociedad solidaria y el Estado protector de todos.

Hemos renunciado a imaginar «vías divergentes». Redujimos nuestra acción política al voto y a expresarnos «patológicamente» en redes sociales, ya que éstas nos dan un lugar de actores en la gran sociedad del espectáculo, donde los nuevos tiempos exigen más la «movilización de nuestras propias fuerzas» que el depósito de todas nuestras expectativas en el Estado, que se ha ido reduciendo porque nosotros lo hemos ido aceptando a cambio de mayor “libertad” aunque invisible.

Los cuentapropistas son las víctimas de un tráfico inhumano y ellos de una explotación inmisericorde, ya que en esta actualidad se conjugan «métodos degradantes» en el ámbito laboral, la ideología del auto emprendimiento, un agravamiento de las desigualdades y un retroceso del principio de solidaridad y de los servicios públicos.

No hemos entendido aún que el peligro es grande, porque está desapareciendo «lo humano», y en esta sociedad digital el humano empieza salir fuera del circuito de la reproducción social. 

Hemos ganado en conciencia, con una crítica cada vez más virulenta y extensa al capitalismo, pero nos quedamos en la retórica y no estamos logrando cambiar nada. ¡Qué está ocurriendo, que el nuevo tiempo está huérfano de acontecimientos!  Hay una gran cantidad de servicios y productos a nuestra disposición que supuestamente nos facilitan la existencia, y hay plataformas que nos permiten expresarnos continuamente o exponer a ojos de todos, nuestra vida cotidiana en las redes sociales. Todo esto generó una superposición, entre un sentimiento de despojamiento de uno mismo en general y de pronto, la impresión de un super poderío a través de tecnologías que otorgan a las personas una sensación de centralidad, de que el mundo viene a nosotros a partir del acceso a información, a productos y servicios personalizados que se nos proponen. Pero todo es una ilusión de ser el centro del mundo, un espacio que se va reduciendo cada vez más, y donde cada vez hay menos humanos

 cesaralfredo552@gmail.com

Qué te pareció?
+1
1
+1
0
+1
0
+1
0
+1
0
+1
0
+1
0
Scroll al inicio