“La tecnología es algo que no estaba cuando usted nació”.
Alan Kay
Por Alfredo César Dachary*
Alan Kay es uno de los gestores e impulsores de la computación personal y ha pasado a la historia de esta revolución tecnológica profundizada a partir del siglo XXI por sus trabajos pioneros en la programación orientada a objetos, el diseño de sistemas de interfaz gráfica de usuario.
Los lenguajes de programación sirven para modelar computacionalmente al universo, y la programación orientada a objetos es el paradigma oficial, y él ha sido uno de los fundadores del concepto de programar de una forma más natural, más humana, a través de objetos comunicados por una interfaz bien definida, objetos que son instancias de un modelo base y que es platonismo implementado en lenguajes de programación.
El fruto de esas ideas fue uno de los lenguajes más influyentes de la historia, Smalltalk, creado para Xerox PARC durante los años 70. Con la programación orientada a objetos impulsada Alan Kay, hoy miles de programadores son capaces de modelar sistemas bien complejos a partir de principios elementales y abstractos.
Mientras Kay era la vanguardia de la computación, primero personal y luego para niños, el desarrollo tecnológico tenía otra tecnología en paralelo y otra meta muy diferente, y cuyos resultados dieron lugar a la instalación del “Reloj del Juicio Final” que describe desde hace siete décadas lo cerca que está la humanidad del Armagedón.
La energía atómica y las nuevas tecnologías operadas por la computación y luego el Internet son dos paralelos, de una se habla y nos preocupan las nuevas tecnologías, de la otra no se habla, pero se reconoce en todas guerras emergentes y las amenazas nucleares como la de Cuba – Estados Unidos de 1963 y la actual de la OTAN – Rusia.
Entre ambos mundos amenazantes hay un tercero semi oculto que es la conquista del espacio, ya no solo como avances científicos, sino que se privatizó en Occidente y a nivel mundial las metas son más comerciales, ya que el espacio, los otros planetas y los meteoritos, y demás fenómenos celestes son de interés económico de las grandes potencias mundiales.
El crecimiento económico basado en la infraestructura es lo que más ha contribuido a la riqueza en los países en el siglo XX, así: el transporte, la energía y la infraestructura social han hecho eficiente las economías, al estimular el crecimiento industrial y promover la innovación tecnológica y científica.
En la actualidad, el espaciopresenta una dinámica similar a la de los 80´, con la gran expansión de las telecomunicaciones y el transporte, que abrían nuevas fronteras de expansión; así se avanzó en la banda ancha que cambiará la fibra subterránea por redes de comunicación a través de satélites de baja orbita. Al igual que la nube y la computación perimetral, también podrán alojarse en el espacio.
El transporte terrestre ya está llegando a sus límites y además se siente obsoleto, ante el gran impacto que genera su operación y, por ello, comienza a hacer atractivo invertir en empresas aeroespaciales y centros de lanzamiento, para ocupar este amplio mundo que es el espacio y sus grandes opciones. A medida que se exija mayores cargas a menor precio el espacio será una buena oportunidad.
En la medida en que los recursos se comiencen a agotar, el espacio aloja miles de planetas y exo planetas con un gran potencial de minerales y los nuevos pioneros de esta etapa, Jeff Bezos y Elon Musk, a comienzos del siglo XXI inician la creación de empresas aeroespaciales.
Las bases de esta industria espacial se formaron de las grandes agencias del Estado como pioneras, como fue el caso de la NASA en Estados Unidos, como ROSCOSMOS que es una corporación estatal establecida en 2015 con el objetivo de llevar a cabo una reforma integral del sector espacial ruso, que se había desmantelado ante la caída de la URSS, pero se ha recuperado de manera excepcional.
Lo distinto en esta nueva experiencia de expansión es la presencia activa de los socios comerciales del sector privado, como son hoy el caso de los dos líderes antes citados, especialmente el sudafricano Elon Musk y el magnate Jeff Bezos.
El explorar y explotar el espacio nos ha permitido cuidar la tierra infinitamente mejor, ya que los grandes problemas a resolver en el planeta es el reducir el CO 2 que acelera el cambio climático y su consecuencia grave, la afectación no solo de los ecosistemas terrestres sino los mares, hoy presas de la contaminación como “el 7mo. continente: isla de basura casi como el gran territorio de Estados Unidos” y la pérdida de especies, entre otros problemas.
La industria aeroespacial, en cuanto ciencia e industria basada en la ingeniería, aprovecha los nuevos enfoques para resolver sus problemas, que debieron enfrentar los pioneros, como la inclusión y participación de otras disciplinas variadas que están acelerando el crecimiento exponencial.
La civilización espacial está empezando a tomar forma al estilo del siglo XXI, con una disrupción a lo establecido, emprendimiento, inclusividad, diversidad y cuando empezamos a liberarnos físicamente de la atracción magnética, el desarrollo del cerebro no produjo uno sino tres distinguibles, que aún hoy siguen demostrando su excelencia, y que somos mucho más que máquinas computacionales, que nuestra brillantez se basa en nuestro conocimiento tácito adquirido mediante el proceso cognoscitivo.
Los dos grandes empresarios del espacio crearon sus empresas con un año de diferencia, y ambas tienen sus objetivos propios; Jeff Bezos creó en el 2000, Blue Origin, es el emprendedor más rico y exitoso de Occidente, y lleva la misma con mucho secretismo.
Elon Musk fundó, en el 2002, Space X, exitoso y creador de aura Hollywoodense, y que como un joven más usa las redes sociales para poder trasmitir sus lanzamientos, como fue el caso de su cohete Falcon 9.
Su visión va más allá del transporte espacial ya que creen en que la infraestructura espacial creará la próxima interacciónde las telecomunicaciones (es la repetición de un proceso para generar una secuencia de resultados). Cada repetición del proceso es una sola interacción, y el resultado de cada interacción es el punto de partida de la próxima interacción.
Hoy la meta es lograr una economía aeroespacial auto sostenible, por debajo de la baja órbita terrestre, así tenemos que el espacio cislunar, el más cercano a la luna, no afectado por las fuerzas gravitatorias de la tierra conocido como: Barrio orbital de la tierra o Earth Orbital Neighbourhood (EON).
Este es el nuevo territorio de competición entre las empresas del Estado y el sector privado, y está respaldada en el caso de Estados Unidos y Rusia por siete décadas de exploración espacial, más la de los nuevos líderes emergentes como China e India, con grandes avances en este nuevo espacio, además de Japón, Francia y Alemania, entre otros emergentes jugadores a esta nueva aventura tecnológico-comercial.
Esta zona elegida reduce los costos del negocio a una pequeña parte de su precio tradicional y cambia el eje de Silicon Valley por el Espacio, quizás esta 5ª. Revolución Industrial como sostiene Inma Martínez, tenga mayor efecto disruptivo que la anterior.
Cuando el sector de las Tics se ha optimizado de los ciclos de vida de sus productos, se tiene por fin la infraestructura, se ha depurado el código y las plataformas soportan diversos servicios, el nuevo terreno para la innovación y el cambio estará listo para la industria aeroespacial.
Los servicios ofrecidos por el sector privado se ampliarán y son muy versátiles: prestar asistencia en misiones de baja orbita, proporcionar una compleja coordinación logística para envíos de carga a la estación espacial; la ciber defensa; la ingeniería y la planificación medio ambiental.
A ello se le suman las operaciones de salud y seguridad, servicios de desactivación y clausura, las misiones y proyectos, envío de equipo médico y servicios alimentarios médicos, el estudio de los factores humanos en el espacio con el concepto de diseño centrado en el humano para la ergonomía espacial a la estructuración de datos de imágenes recopilados en el espacio y la personalización de los chips de procesador para las aplicaciones de computación espacial y una larga lista de diseños.
La economía aeroespacial se inició a partir de los 70’ con los satélites para la TV y radio y luego se fue ampliando con imágenes de mayor resolución y más tarde se unen los satélites de comunicación con servicios de geolocalización y navegación, datos y conexiones por voz, así como geolocalización y navegación.
Así la baja órbita terrestre empezó a llenarse de cubeSats, nanosatélites utilizados para investigación y observación de la tierra que tienen un bajo costo, 25,000 Euros por unidad triple, o sea, cada socio pagaba 8,000, incluido las Universidades e Institutos, y éstos son lanzados a menor altura. Los satélites son ahora más pequeños y se han desplegado de forma similar a las redes de protocolo de Internet formando constelaciones de satélites diseñados con capacidad de auto reparación, por si alguno sufre una avería. Pero también está en la baja orbita la Estación Espacial Internacional (EEI).
El futuro está en el espacio.
El hombre ha saturado al planeta y lo está afectando, lo que lo lleva a buscar alternativas fuera del planeta, pero el objetivo de hacer colonias en Marte tiene otros fundamentos, más allá de mantener 8,000 millones de habitantes, y que el ecuador se volverá una zona sin vida.
Nuestra mayor preocupación son las fuentes de energía, la sociedad digital requiere de mucha energía para mantener una calidad de vida, y la tasa anual de consumo de energía sube a un 3% anual y será difícil de mantenerlo, se habrá duplicado en 25 años.
La energía, el planeta como base de nuestra sociedad y sus recursos de nuestra producción están seriamente amenazados, por ello esta nueva opción de la 5ª. Revolución Industrial tiene mucho futuro, si se logra una cooperación entre países y se acaban las guerras, sistema obsoleto de imponerse y saquear a otros pueblos.
(*) Nació en Argentina en 1946. Es doctor en Ciencias Sociales, autor de una docena de libros y centenares de artículos científicos y de divulgación. Investigador y profesor universitario, director de proyectos y asesor de gobiernos, en los últimos años se ha dedicado a sistematizar conocimiento académico en torno al emergente tema del turismo.
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