privatizar servicios básicos: historia de un fracaso
“El sentido profundo de la conversión del Estado al culto de la “des-regulación” y la “privatización” radica en haber transferido a los mercados la tarea de la re-conversión laboral” Zygmunt Bauman.
Alfredo César Dachary
cesaralfredo552@gmail.com
En los países más desarrollados, los servicios públicos de agua han sido la base de la estabilidad política y financiera necesaria para fomentar el proceso de industrialización, y a la vez, terminar con la proliferación de enfermedades como el cólera, la fiebre tifoidea y los parásitos.
En los 90´ grandes corporaciones, mayoritariamente europeas, convencieron a las comunidades en Estados Unidos de transferir el control del agua al sector privado, para desarrollar mejores servicios de distribución y calidad. Pero en la práctica las multinacionales como la RWE, Suez y Veolia, sistemáticamente aumentaron los costos a pesar de la mala calidad del servicio que proveían, dejando a su paso, desastre y escándalos.
United Water (Suez) obtuvo un contrato de 20 años, con un valor de 428 millones de dólares en Atlanta, Georgia, una de las ciudades con mayor crecimiento poblacional en Estados Unidos y luego de cuatro años de servicio,éste fue deplorable, la compañía recortó alrededor de 400 empleos y tenía alrededor de 14,000 órdenes de trabajo atrasadas como reparaciones tardías, mala calibración de bocas de fuego y una inadecuada respuesta a emergencias.
En conclusión, solo se logró obtener la mitad de los ahorros esperados y, además, la corrupción fue un factor importante, ya que se encontraron pagos por parte de la compañía al Alcalde, el que fue sentenciado a 30 meses en prisión por evasión contributiva. Ni eficiencia ni honestidad, las causas que se dan para privatizar, se revierten en los nuevos operadores privados.
En la actualidad, la gran ola de frío del sur de Estados Unidos afectó a Texas, gran productor de energéticos, haciendo colapsar ciudades, infraestructura de comunicación, empresas y, en general, al Estado, un ejemplo de privatización masiva.
Según una investigación publicada en The Wall Street Journal,los usuarios de sistemas privados de electricidad en Texas pagaron por el servicio, en un par de décadas, 28 mil millones de dólares más que los que mantuvieron sus contratos con empresas públicas tradicionales. Este servicio de electricidad desregularizado fue el que fracasó en el mes de febrero, dejando sin luz a millones de ciudadanos
Hace dos décadas que Texas dejó de usar empresas de servicios públicos reguladas que brindaban servicio completo para generar energía y llevarla a los consumidores, eso llevó a que casi 60% de los consumidores compraran su electricidad de una de las muchas compañías eléctricas minoristas, en lugar de una empresa de servicios públicos local, con graves consecuencias.
Del 2004 a al 2019, la tarifa anual por electricidad ofrecida por las empresas tradicionales de Texas fue 8% más baja que el promedio nacional, mientras las de los proveedores minoristas privados se elevaron en 13%, según la Administración de Información de Energía (EIA).
La Coalición de Texas para una Electricidad Barata grupo que compra electricidad para uso de gobiernos locales también estudió los mercados de energía del Estado y concluyó que los elevados precios a nivel estatal en relación con el promedio nacional “deben ser atribuidos al sector desregulado de Texas”.
El proceso para desregular el mercado de suministro eléctrico en Texas y otras partes de Estados Unidos se inició en la década de 1990 en medio de esfuerzos similares en aerolíneas, gas natural y servicios telefónicos.Las compañías podían vender electricidad a un precio barato y, aun así, recuperar sus costos de capital, pero tenían pocos incentivos para gastar en infraestructura que pudiera proteger a las plantas de energía durante olas frías severas y esporádicas.
Esa carencia fue la que generó la crisis de hace unas semanas y ahora que la electricidad se ha restablecido en gran parte, las compañías eléctricas minoristas se han convertido en el centro de atención, menciona la investigación, ya que algunas están cobrando a los clientes recibos exorbitantes, pues en el tiempo que se suscitó la crisis, durante varios días, los precios de la energía se dispararon al límite máximo del precio del mercado de 9 mil dólares por megavatio-hora.
La tormenta invernal que golpeó al Estado a mediados de febrero provocó que la red eléctrica llegara en solo cuatro minutos a un colapso completo, reportó el Texas Tribune. La ironía estaba ante todo mundo: el Estado con la mayor producción de energía del país estaba por quedarse sin energía.
The New York Times llamó a esta crisis el experimento más extenso de la nación en la desregulación eléctrica, el cual fue impulsado en 1999 por el entonces gobernador George W. Bush que entregó el control entero del sistema de electricidad a un mosaico de empresas privadas.
Como era de esperar, ante la necesidad de obtener beneficios, las empresas no invirtieron en proteger la red estatal ante fenómenos como esa tormenta a pesar de advertencias, ya que en Texas y entre estos grupos poderosos el negacionismo respecto del cambio climático y otros temas es dominante, y eso generó la gran crisis de la empresa y de los usuarios.
DeAnn T. Walker, presidenta de la entidad reguladora del sector eléctrico, la Comisión de Servicios Públicos de Texas, fue obligada a renunciar mientras los políticos buscaban desesperadamente nuevos culpables, a pesar de que todos sabían perfectamente quiénes eran los responsables.
Muchos políticos fueron electos con el apoyo de las mismas empresas que provocaron el desastre, como es el caso del gobernador Greg Abbott, que recibió 26 millones de dólares del sector energético para sus campañas electorales. La propia Walker invitó a otros funcionarios y empresas energéticas a mostrar valentía y asumir responsabilidad.
En Estados Unidos existen tres tipos de entidades en el sector eléctrico que son las empresas privadas propiedad de inversionistas que surten energía a dos tercios de los estadounidenses, empresas públicas y cooperativas rurales, y cada Estado establece sus propias regulaciones, el tipo de mercado y entidades de supervisión.
La desregulación parcial, que se inició en los 80 y se aceleró en los 90 bajo el esquema neoliberal compartido por ambos partidos políticos, ha privilegiado una mayor concentración económica de empresas energéticas privadas que controlan monopolios regionales y, a la vez, han incrementado su influencia política.
Las consecuencias de estas políticas afectan al desarrollo de las energías-renovables, decisiones para beneficiar a accionistas a costo de consumidores y falta de inversión en infraestructura y mecanismos de protección y seguridad, todo lo cual se ha manifestado en desastres como los incendios forestales en California en donde PG&E es parcialmente culpable de los desastres ecológicos y cobros excesivos a comunidades.
El presidente Franklin Roosevelt criticó la manipulación del mercado y otros abusos de los monopolios energéticos de los años 20 y que, por primera vez, los sometió a regulaciones federales como parte del New Deal, mientras impulsó entidades de energía públicas, políticas que ayudaron a la gran recuperación de Estados Unidos luego de la crisis del 29/30, cuando cayó en pobreza cerca de la mitad de la población.
En la actualidad continúan diversas luchas para democratizar el sector eléctrico al buscar otorgar mayor control a comunidades locales, reducir el poder de los monopolios privados sobre la red eléctrica nacional y elevar a ésta como bien público, incluyendo el ambiental y un mayor control sobre las ganancias de accionistas.
Ante el cambio climático y debido al caos generado por estas empresas privadas, agrupaciones progresistas han propuesto toda una serie de iniciativas, incluyendo la más ambiciosa, promovida por el entonces candidato presidencial Bernie Sanders en 2020, por un tipo de nacionalización parcial del sector de generación eléctrica para lograr el giro necesario de convertirlo en un sector basado sobre recursos renovables.
Otras iniciativas alrededor del país buscan ampliar el poder del público sobre el sector, como es el caso de San Francisco que quiere tomar control público de la empresa PG&E; en Chicago se busca desvincular la ciudad de depender sobre la empresa Exelon, todas propuestas para crear una empresa pública de servicio de energía.
Lo de Texas fue algo similar con el agua y también la energía en California, lo que nos lleva a pensar que, si fracasan en el centro del poder, no tienen viabilidad en la periferia y si la tienen es a un costo muy alto de la sociedad.