Los woke: ¿nuevos humanistas o antiguos izquierdistas?

por  Alfredo César Dachary. México “La amistad es un alma que habita en dos cuerpos” Aristóteles.

                                                          

En las comunidades y pueblos a reinos o imperios, desde que la sociedad se organiza en torno al poder y con respaldo en la religión se genera una sociedad bipolar con una gran base social, el pueblo y un núcleo de poder militar, religioso y aristocrático; fórmula que se fue transformando con los grandes cambios en la sociedad, pero sin romper la dualidad de clases, aunque luego comienzan emerger nuevos grupos por trabajos: artesanos, herreros, talladores, pintores, escultores y otros.

Sobre esta base se genera una estructura social que se repite de diferentes maneras y que no podremos más que plantearlo como grandes realidades que se adecuan a las nuevas constantes sociales, pero en el fondo no cambian, el poder implica subordinación del sujeto, la fe religiosa, obediencia al Estado, la norma jurídica y la asimilación de usos y costumbres en cada tipo de sociedad que se va desarrollando.

Por ello, las épocas actuales son notablemente distintas a las de los siglos pasados, ya que en las transformaciones se van reflejando los cambios profundos en la sociedad, la política y la economía. Es crucial analizar estos aspectos para comprender mejor el mundo en el que vivimos y las nuevas tecnologías, que terminan siendo nuevos sistemas de organizar la sociedad, la actual sociedad digital en redes sociales, haciendo de la comunicación el gran eje de integración y producción.

 El regreso y, por ende, la presencia de la extrema derecha son fenómenos destacados en el panorama contemporáneo, ya que responden a un largo proceso de agotamiento del sistema para unos y de adaptación a nuevas formas de trabajo y organización para otros.

Es difícil agruparlos dado su heterogeneidad social y cultural y los diferentes ecosistemas en donde se dan, o sea, en distintos territorios, pero el tema de la transición es complejo porque en la actualidad hay grupos humanos en la edad de piedra, otros de cazadores y así sucesivamente hasta llegar a la sociedad moderna que es el asiento de la denominada sociedad digital. La constante en estas grandes diferencias es la existencia de sociedades polarizadas de diferentes maneras, pero con resultados similares, una gran mayoría de menores recursos y opciones y un grupo, a veces más amplio que otros, es el que ejerce el poder.

En la actualidad emergen nuevos grupos, que han perdido calidad de vida y perspectivas y se han consolidado en varios países y regiones, adaptándose a las particularidades locales. Comparten elementos comunes como el nacionalismo exacerbado, el rechazo a la inmigración y la crítica a las instituciones democráticas tradicionales, éstos serían los ultra nacionalistas a los que sus opuestos serían los woke; su motivación es encontrar en los grupos de inmigrantes y otros sectores que llegan a esta sociedad, acusándolos de ser los que motivan el empobrecimiento de los ultra nacionalistas.

Esto es una doble mentira, por tres razones: los inmigrantes excepcionalmente viven en las calles, algo que es una constante en el sur de California, la gran mayoría de éstos son blancos y a lo que se le suma el consumo de drogas derivado de su participación en guerras o simplemente por adicción y la tercera es que en el caso de la población de origen mexicano es la gran aportadora de dinero para sus familias, que en estos últimos dos a tres años han sido de una media de 60,000 millones de dólares de Estados Unidos, que es uno de los ingresos externos más importantes de México.

El ultranacionalismo que tiene en su base un amplio grupo de WASP (blancos nacidos en Estados Unidos o inmigrantes de origen europeo), la mayoría con un común denominador religioso: son protestantes.

Es importante comenzar por distinguir entre los movimientos sociales neoliberales y los de extrema derecha, ya que los neoliberales suelen enfocarse en políticas económicas de libre mercado, privatización y reducción del gasto público; y los de extrema derecha tienden a promover nacionalismo, proteccionismo y, a menudo, políticas autoritarias especialmente consumo de la producción nacional.

Los neoliberales buscan maximizar la eficiencia económica y reducir la intervención del Estado en la economía y los de extrema derecha, además, buscan preservar la identidad cultural y nacional, a menudo a través de políticas anti inmigración y medidas de seguridad nacional, usando la acusación que los inmigrantes promueven otras ideas diferentes a la cultura nacional.

Los de extrema derecha suelen atraer a personas descontentas con el sistema político y económico actual, incluyendo a trabajadores afectados por la desindustrialización y la precariedad laboral, cuyas pretensiones afectan más al individuo, ya que se han borrado todos los lazos de solidaridad existentes desde la época del fordismo.

 Este escenario quedó definido con el Tratado de Versalles que afectó a la Alemania perdedora, lo sintió como un ultraje al país y allí está la semilla de la que emergió el nacional socialismo, mejor conocido como nazismo. Los de extrema derecha son capaces de sustentarse en políticas férreamente capitalistas neoliberales, caso de Argentina con los “libertarios”, Italia con el neofascismo, España con VOS y la reciente triunfadora del ultranacionalismo alemán (AFD), que no alcanza para ser canciller, pero quedó posicionada para las próximas elecciones.

El término “woke” se ha popularizado en los últimos años para describir una postura social y política que se centra en la conciencia sobre las injusticias y desigualdades, especialmente las relacionadas con el racismo, el sexismo, la homofobia, el maltrato al medio ambiente y otras formas de discriminación.

Para algunos, las raíces están en la comunidad afroamericana (los afroamericanos de todo el continente son la primera minoría del mismo con más de 150,000.000 de afrodescendientes) donde se utilizaba desde la década de 1960 para referirse a la conciencia sobre la injusticia racial y la necesidad de actuar para combatirla, lucha encabezada por el reverendo Marthin Lutter King, asesinado en plena lucha, que triunfa pocos años después.

Con el tiempo, el término woke se expandió para abarcar otras formas de injusticia social, así como también se popularizó para los grupos ultraderechistas que se definen enemigos de los woke y otros humanistas.

Los luchadores de la cultura “woke” se caracterizan por estar informados y preocupados por los problemas sociales y políticos, buscando garantizar conciencia sobre ellos, y en la actualidad el movimiento se centra en la lucha por la justicia social y la igualdad, indagando desafiar las estructuras de poder y las normas sociales que perpetúan la discriminación y la opresión. Se reconoce que las diferentes formas de opresión están interconectadas y se abordan de manera integral.

El movimiento woke se manifiesta a través de diversas formas de activismo, como protestas, campañas en redes sociales, boicots y el apoyo a organizaciones que trabajan por la justicia social.

El término woke también se utiliza de manera despectiva por sectores conservadores para criticar a personas o ideas progresistas, asociándolo con extremismo o «pensamiento políticamente correcto», Steven Forti, no se pliega a su uso, pero lo asume de manera crítica, la creciente desigualdad y la pérdida de confianza en los partidos tradicionales han permitido el auge de figuras políticas que prometen recuperar el orden y la estabilidad, aunque a costa de los principios democráticos.

Forti propone el concepto de extrema derecha 2.0, un movimiento adaptado a la era digital, capaz de movilizar emociones, manipular la agenda pública para difundir desinformación y teorías conspirativas.

La sensación de incertidumbre y desprotección han convertido a amplios sectores de la población en terreno fértil para discursos populistas que prometen recuperar el control y restaurar un orden perdido.

Este sentimiento de frustración no se traduce únicamente en abstención o desafección política, sino en el apoyo creciente a opciones autoritarias.

La extrema derecha a menudo se asocia a una especie de religiosidad dogmática, y este fenómeno puede observarse en varios movimientos políticos y sociales alrededor del mundo. La combinación de políticas autoritarias y creencias religiosas estrictas puede llevar a una visión del mundo muy rígida y excluyente. Así, por ejemplo, durante su campaña presidencial de 2024, Donald Trump ha recurrido a imágenes religiosas cristianas, caracterizando su campaña como una cruzada justa contra “ateos, globalistas y marxistas”.

El actual presidente de Argentina, Javier Milei, ha mostrado interés en el judaísmo y ha considerado la posibilidad de convertirse a esta religión, y en varias apariciones públicas, empleó símbolos judíos como la kipá y ha insultado al Pontífice Francisco, y poco tiempo después fue al Vaticano por el “perdón”.

Jair Bolsonaro, cuando fue presidente de Brasil, utilizó el nacionalismo cristiano como una parte central de su política, uniendo a católicos y evangélicos conservadores alrededor de una representación mítica del pasado de Brasil y un proyecto imaginado para su futuro.

Los neoconservadores emplean el término woke de forma despectiva para desacreditar ideas, políticas o movimientos progresistas. El enfrentamiento es en las redes sociales, en las marchas y no hay una base política sólida, solo imágenes y sentimientos, ante un mundo que dejó la política y ha entrado en una realidad donde la tecnología remplazaría estos instrumentos ideológicos de la sociedad, ya los opera a través de redes y otros mecanismos, solo plantea hacer que la sociedad los tome como su obra y meta para poderse guiar. cesaralfredo552@gmail.com

Doctor, Docente, Investigador, Escritor. Alfredo César Dachary. México. Pss 08/05/2025

Doctor, Alfredo César Dachary. México

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