La cocina que enseña y trasciende: Ñoquis de mandioca con estofado de cerdo: una lección de sabor y pertenencia.

Por Clarita Sobotka “La cocina enseña, emociona y trasciende los tiempos cronológicos.” Hay sabores que enseñan. Sabores que no solo alimentan, sino que cuentan historias. Son los de la cocina tradicional, esa que heredamos de nuestras madres y abuelas, y que, generación tras generación, mantiene viva la identidad de un pueblo.

En cada mesa del Litoral hay historias que no se cuentan con palabras, sino con aromas y sabores que despiertan memorias. Es la cocina de nuestras madres y abuelas, esa que no sigue modas ni recetas escritas, pero que se transmite como un legado afectivo. Es la cocina auténtica que reivindica la identidad regional, y que como bien sostiene la chef Clarita Sobotka enseña, emociona y trasciende los tiempos cronológicos.

Hoy esa cocina vuelve a ponerse en valor, no solo como un acto doméstico o cotidiano, sino como una experiencia turística profunda: una forma de conectarse con la historia, el paisaje y las raíces de nuestra región a través del paladar. Cada plato tradicional, cuando es compartido con un visitante, se convierte en un relato vivo del territorio, donde la materia prima local es la protagonista y el fogón, el aula donde se comienza a amar una cultura local.

La mandioca: raíz de identidad

En el corazón de esta propuesta se encuentra un ingrediente noble y esencial: la mandioca. Originaria de Sudamérica y cultivada desde tiempos precolombinos, la mandioca también conocida como yuca es una raíz versátil, libre de gluten y cargada de simbolismo. Fue la base alimentaria de los pueblos originarios guaraníes y sigue siendo una pieza clave de la gastronomía del Litoral argentino, especialmente en Misiones, Corrientes y Formosa.

Más que un simple alimento, la mandioca representa la resiliencia de la tierra y la continuidad cultural. Su cultivo se adapta al clima subtropical y a los suelos rojos de la región, y su uso se extiende desde las comidas diarias hasta las fiestas familiares. Hervida, frita, en chipas o en purés, la mandioca se integra naturalmente a la mesa de casi todos los días, pero también invita a la creatividad y a la reinterpretación de la tradición.

Ñoquis de mandioca con estofado de cerdo: una lección de sabor y pertenencia.

Clara Sobotka, defensora de la sostenibilidad gastronómica, nos propone una receta que sintetiza esta mirada: los ñoquis de mandioca con estofado de cerdo.

El plato parte de una idea simple pero poderosa: aprovechar lo que quedó del almuerzo familiar para transformarlo en una nueva creación. “¿Te sobró mandioca hervida del asado? Perfecto. Con ella podes hacer unos exquisitos ñoquis, sin gluten y llenos de historia”, explica Clara con su habitual calidez.

El proceso, además de delicioso, encierra una enseñanza: cocinar con conciencia, reutilizar, valorar lo que la tierra nos da y rendir homenaje a la memoria culinaria. El estofado, cocido a fuego lento con vino blanco, verduras y aromas de huerta, completa la experiencia. Cada paso invita a detenerse, a oler, a escuchar el chisporroteo del aceite y a dejarse llevar por el tiempo del fuego, ese tiempo lento que hoy parece un lujo, pero que en realidad es un acto de respeto por la materia prima y por quienes nos precedieron.

La cocina como experiencia turística

Cuando esta receta se comparte en una experiencia turística ya sea en un taller, en una posada rural o en una mesa al aire libre bajo a algún árbol ocurre algo mágico: el turista no solo prueba un plato, vive una historia.

Descubre un territorio a través de su sabor, comprende su cultura desde la raíz y se lleva consigo un recuerdo que no cabe en una foto. Porque la verdadera gastronomía regional no solo alimenta el cuerpo: educa, emociona y conecta.

La cocina de Clarita Sobotka, esa que enseña y trasciende, nos recuerda que cada alimento es también una oportunidad para regenerar vínculos con la tierra, con nuestra historia y con quienes se sientan a la mesa. Y en ese encuentro, entre el sabor de la mandioca y la calidez del estofado, el turismo se convierte en un acto de memoria y afecto.

🥣 Ingredientes Para los ñoquis:

 Mandioca: 500 g.  Almidón de maíz: 150 g aprox.  Huevo: 1 unidad.  Sal: a gusto

 Pimienta o nuez moscada: opcional.  Polvo de hornear: 1 cucharadita

Para el estofado:

Carne de cerdo (paleta, cuarto o bondiola): 1½ kg.  Cebolla: 3 unidades.  Morrón rojo y verde: 1 unidad.  Ajo: 4 dientes.  Perejil: 2 o 3 cucharadas.  Zanahorias: 3 o 4 unidades.  Aceite: cantidad necesaria.  Vino blanco seco: ½ vaso.  Caldo de verduras: 1 litro aprox.  Sal y condimentos: a gusto

El paso a paso: cocinar con paciencia, cocinar con historia

1. Preparar el estofado

Primero, se cortan las verduras: cebollas en cubos, zanahorias en rodajas, morrones en tiras, ajo y perejiles picados. En una olla grande se calienta aceite a fuego medio y se sellan los trozos de carne de cerdo hasta que tomen color. Luego se agregan las verduras —empezando por la cebolla y la zanahoria y se sofríen unos minutos. Se suma el ajo, el perejil y los morrones, y cuando los aromas empiezan a invadir la cocina, se incorpora el vino blanco.

Después de unos minutos, se cubre todo con caldo de verduras o agua, se baja el fuego y se deja cocinar lentamente durante 45 minutos a 1 hora, hasta que el líquido se reduzca y la carne quede tierna. El resultado: un guiso fragante, intenso y profundamente reconfortante.

2. Hacer los ñoquis

Si no hay mandioca sobrante, se pela y hierve en agua con sal hasta que esté tierna. Luego se retira, se elimina la vena central y se pisa hasta obtener un puré suave. A ese puré se le añade el huevo, la sal, la pimienta o la nuez moscada, y el polvo de hornear. Poco a poco se incorpora el almidón de maíz, uniendo todo sin amasar demasiado, hasta formar una masa firme pero tierna. Se hacen tiras con las manos, se cortan en trocitos y se hierven en abundante agua con sal. Cuando los ñoquis flotan, están listos: solo necesitan unos dos minutos de cocción.

Se retiran con espumadera y se colocan en la fuente donde serán servidos.

3. Servir y disfrutar

Sobre los ñoquis se vierte el estofado de cerdo caliente, y la magia ocurre: el perfume del guiso se mezcla con la suavidad de la mandioca. El resultado es un plato que reconcilia pasado y presente, sabor y territorio, emoción y alimento.

Una experiencia que enseña más allá del plato

En el turismo de experiencias, la cocina tradicional como esta se convierte en una herramienta de aprendizaje y conexión. El visitante que participa en la elaboración de los ñoquis, que escucha la historia de la mandioca o que comparte la mesa con una familia local, no solo come: vive un relato, comprende una cultura y se lleva una memoria

Licenciada Clarita Sobotka claryta.ale@gmail.com https://www.instagram.com/ambrosiareceitascaseiras?igsh=bGRmOGZ3ZWMwZXdr Morretes, Itapema, SC.

Créditos fotográficos: pexels-mayumi-maciel-686681543-17942171

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