No lugares, no cosas, no realidad

por Alfredo César Dachary. México. Entre los diferentes no lugares destacan: el aeropuerto, cuya modernidad es tan acelerada que crece en la medida que las líneas aéreas reducen su personal y el sistema de comunicación, información y operación digital se expande, transformándose en el primer lugar en que un viejo conocido nuestro, el pasaporte, lleno de sellos e historias es remplazado por el celular que trae el boleto, los tickets de maletas y la identidad del viajero.

Para Marc Augé, que definió a esta realidad como los “No lugares”, es un concepto que define a un espacio intercambiable donde el ser humano permanece anónimo. Esto significa, en principio, que son espacios de transitoriedad porque no tienen la relevancia suficiente para ser considerados «lugares» y no hay correspondencia entre la disposición espacial y la disposición social. En síntesis, podemos decir que son espacios de anonimato, que fueron creados para su uso temporal o limitado.

A estos espacios acudimos con una cierta periodicidad acorde a necesidades concretas, como son los supermercados, los grandes centros comerciales y el más identificable, por arribo más tardío, fue sin duda el aeropuerto, antes un lugar de embarco, hoy de consumo y, entre otras cosas, embarque para los aviones.

Inicialmente fueron los grandes bulevares o autopistas en áreas metropolitanas, luego al “modernizarse la ciudad”, los no lugares pasan a ser el resultado del exceso de tiempo, espacio y ego, que caracteriza a la supermodernidad. 

Entre los diferentes no lugares destacan: el aeropuerto, cuya modernidad es tan acelerada que crece en la medida que las líneas aéreas reducen su personal y el sistema de comunicación, información y operación digital se expande, transformándose en el primer lugar en que un viejo conocido nuestro, el pasaporte, lleno de sellos e historias es remplazado por el celular que trae el boleto, los tickets de maletas y la identidad del viajero.

El aeropuerto, puente entre dos mundos, el imaginario e ideal del destino turístico y el real del lugar donde vivimos, es donde los avances de la sociedad digital son mayores, ya que el crecimiento en la mayoría de los casos es tan acelerado como el valor de ir al exterior se reduce con los vuelos de oportunidad y bajo costo y la gente usa Airbnb y los servicios públicos en las ciudades más avanzadas.

Byung Chul Han es un filósofo de Corea del Sur que hace varios años abandonó la mecanizada vida de ingeniero por los estudios de filosofía en Alemania, transformándose en un verdadero crítico de vanguardia de la emergente sociedad digital y al igual que Marc Augé, detectó y definió a las “no cosas”, definidas por él comoquiebres del mundo de hoy.

Parte de la pregunta de un mito “La policía de la memoria en una isla de Japón dominada por una dictadura, que les iba quitando cosas que nunca más volvían ¿hoy ocurre lo mismo?”

El orden en nuestro planeta se adquiere a través de cosas duraderas, que sirven para estabilizar la vida humana, como son las casas, las plazas, los grandes edificios, algo que en esta nueva etapa de sociedad digital se comienza a alterar, o sea, este orden terreno está siendo sustituido por el orden digital.

Vilém Flusser fue un filósofo de los medios y escritor de nacionalidad brasileña y escribió la mayor parte de su obra en alemán y portugués brasileño. La obra de Flusser elabora notablemente una teoría de la comunicación, teorizando el cambio trascendental desde lo que él denominó «pensamiento lineal» (basado en la escritura) hacia una nueva forma de pensamiento visual multidimensional encarnada por la cultura digital.

Para él, estos nuevos modos y tecnologías de la comunicación hacen posible una sociedad, la sociedad «telemática» en la que el diálogo entre las personas se convierte en el valor supremo. Él observó que las no cosas penetran por todos lados y desplazan a las cosas, a éstas se les llama informaciones, por ello hoy estamos en una transición de las cosas a las no cosas.

Por ello, el mundo se torna cada vez más intangible, nublado espectral, nada es sólido y tangible, y las cosas que estabilizan la vida, a pesar que el hombre es cambiante, éste recupera su identidad, al relacionarlo con la misma silla y la misma mesa. La información no puede detenerse, tiene corta vida, y el estímulo es la sorpresa, ya que por su fugacidad desestabiliza la vida.

Luhmann caracteriza la información “su cosmología no es una cosmología del ser sino de contingencia, de allí que nuestra obsesión ya no son cosas sino información y datos”.

Las energías libidinales se apartan de las cosas y ocupan las no cosas, por ello la consecuencia es la “infomanía”, nos he vuelto “infómanos”. El fetichismo de las cosas se ha acabado, somos fetichistas de la información y de los datos.

La revolución industrial reforzó y expandió la esfera de las cosas y la digitalización acaba con el paradigma de las cosas, porque supedita ésta a la información, y así como el hardware es el soporte del software, el internet de las cosas los convierte en terminal de la información.

Las impresoras 3D invalidan el ser de las cosas y lo degradan a derivados materiales de la información, de allí que la informatización del mundo convierte las cosas en “informatas”, o sea, actores que procesan información.

Así, el automóvil del futuro dejará de ser una cosa que se asocia al poder, será una “red de información móvil” un informata que se comunica con nosotros.

El hombre tiene a la mano como centro de análisis, su mundo, que es una esfera de cosas, hoy se habla de endosfera y, por ello, es que hoy ya no manejamos las cosas, nos comunicamos, el hombre ya no es un daisen sino un inforg, que se comunica e inter cambia información.

El Smartphone se preocupa por nosotros, los informatas, la Inteligencia Artificial va en camino a cuidar nuestras vidas. Smartcity cuida la sociedad urbana.

Las informaciones son auditivas no narrativas, pueden contarse, pero no narrarse, son unidades discontinuas que no pueden formar una historia. Solo las narraciones crean significados y contextos.

El orden digital “desfortifica” la existencia humana. El ser está a nuestra disposición y es controlable. La “endosfera” no ayuda a tener más “libertad”, pero a la vez nos somete a vigilancia creciente.

Google presenta al Smart home como una orquesta electrónica y el usuario es el “director de la orquesta”.

En la realidad en el Smart home no somos directores autónomos, al revés, somos dirigidos por diferentes actores, incluso por metrónomos invisibles, que nos marcan los tiempos y ritmos. Así la monitorización se introduce cada vez más en la vida cotidiana y los informatas que ahorran muchos trabajos son los mejores informantes que nos vigilan y controlan, y de esa forma estamos confinados en la infoesfera.

En el mundo controlado por algoritmos, el humano pierde capacidad y autonomía: en un mundo que no es el suyo y escapa a su comprensión, se adapta a decisiones algorítmicas que no puede comprender, los algoritmos son cajas negras.

Así el mundo se pierde en las capas profundas de las redes neuronales, a la que “el ser humano no tiene acceso”.

A veces, la información no es informativa es deformativa, por ello el caos informático nos sumerge en una sociedad posfática, se ha nivelado la distinción entre lo informativo y lo falso, la información circula ahora sin referencia a la realidad en un espacio hiperreal.

Las fake news pueden ser muy efectivas en el corto plazo, porque la eficacia sustituye a la verdad, y la verdad posee la firmeza del ser y la duración y constancia la distinguen ya que ésta es facticidad, opone resistencia a toda modificación y manipulación, así se constituye el cimiento de la existencia humana.

La verdad pertenece al orden terreno, da a la vida humana un sostén. Pero el orden digital pone fin a la era de la verdad y da paso a la era de la información posfactual, que se erige sobre la verdad de los hechos.

Todo lo que estabiliza la vida humana requiere tiempo, la fidelidad, el compromiso y las obligaciones no requieren mucho tiempo, hoy corremos detrás de la información sin alcanzar el saber, tomamos nota sin obtener conocimiento, viajamos a todas partes sin adquirir una experiencia.

Nos comunicamos sin participar en la comunidad, almacenamos muchos datos sin recuerdos que conservar, acumulamos amigos y seguidores sin encontrar el otro.

La información crea una forma de vida sin permanencia y duración y la civilización humana puede entenderse como una espiritualización creciente de la realidad, y el hombre transfiere sus capacidades mentales a las cosas para hacerlas funcionar por él. Así las máquinas representan un progreso en la civilización, porque contienen en sí mismo el instinto, como una forma primitiva de espíritu, las capacita para actuar por su cuenta.

¡Qué nos asusta de la inteligencia artificial si gran parte del camino lo estamos recorriendo!

Doctor Alfredo César Dachary. México cesaralfredo552@gmail.com PSS 24/10/2025

Créditos fotográficos: pexels-jeshoots-com-147458-1201995

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