“Donde hay educación no hay distinción de clases”.
Confucio
Por Alfredo César Dachary*
Parece mentira que una cita del gran pensador chino Confucio, de miles de años atrás, esté aún vigente en una sociedad totalmente diferente, o al menos eso es lo creemos, porque los grandes problemas que se han dado en el mundo han tenido similar respuesta: guerras, pobreza, esclavitud, sometimiento de pueblos. La actual asimetría social que vivimos no es nueva y hasta se puede sostener que es mayor que las anteriores, ya que los sujetos están expuestos a un mundo de consumo cada vez más amplio.
Hoy nos enfrentamos a un cambio de sociedad, de la analógica del mundo industrial y sus grandes máquinas a la digital de su mundo “invisible” de los datos y los algoritmos. Si eso fuera poco se le puede agregar que la nueva sociedad es lo opuesto de la anterior, insolidaria e individualista, de consumista a exhibicionista y de humanista a post humanista, pasando por los ciborgs para concluir con la robótica y la alta inteligencia artificial que harán posible lo que se ha definido como la singularidad.
El nuevo ciudadano más que consumir quiere experimentar: nuevos gustos, nuevos sabores, nuevos espacios y tiempos que borran un pasado reciente donde la distancia era un símbolo de valor y el espacio un valor en expansión, ambos ya navegan en el mar del recuerdo ubicándose en “el pasado”.
Con el fin de la política, las últimas tres grandes ideologías, casi “universales” fueron del siglo XIX: liberalismo, marxismo y nacionalismo, y hoy la repetición no concuerda con la realidad, ya que el cambio es más profundo, se llevó entre los recuerdos al propio hombre, ya no tendremos más proletariado sino mundo robotizado, deshumanizado que concuerda con las limitaciones del hombre que una vez más, como al comienzo de la aventura humana crea algo que lo termina dominando. Ayer la religión, hoy es la tecnología, una nueva religión con una nueva fe: el datismo.
La gente está más informada, que no significa más educada, porque está alienada que significa controlada por ideas ajenas que aparecen como propias, por ello no entiende la crisis y la describe con una imagen capturada en el pasado, la “brecha”, formas de pensar que no puede derivar en un diálogo, quizás porque ambas partes se creen poseedoras de una verdad, que le denominan la realidad y, a la vez, se sienten merecedoras de lograr una mejor posición social que le eleve el estatus.
Históricamente en el mundo y, más en Occidente, a partir de la modernidad siempre ha habido dos clases, desde los imperios con los sacerdotes y los militares frente a los campesinos, artesanos y servidores, navegando en un mundo ajustado a esa situación por la religión, que lo legitimó en la era axial, incluido el patriarcado, la primera injusticia universal que se expande en el mundo como un tipo de realidad natural, aunque no lo sea, y que hoy la “nueva realidad” lo está transfiriendo al pasado de las pesadillas.
Entre los dos extremos siempre había grupos intermedios como comerciantes, artesanos, escultores, curanderos y muchos más que hicieron emerger grupos con más oportunidades que la tradicional masa campesina mayoritaria, que es la más subordinada y mayoría y que en caso de guerra se los obligaba a alistarse, para pelear y morir por sus verdaderos amos de las clases superiores.
La alienación no es un fenómeno nuevo, emerge en la antigüedad y operó como gigantesca máquina que dio lugar a lo que se denominó, “la mega máquina”, la conjunción de muchos miles de trabajadores organizados por la burocracia, vigilados por los cuerpos militares, dominados por los sacerdotes y su jefe supremo, reyes o emperadores.
Este monstruo logró las grandes pirámides, hoy una hazaña difícil de reproducir, el peso religioso siguió hasta la modernidad, que fue reemplazado por las ciencias y el humanismo en pleno período romántico.
La alienación se masificó con la imprenta y la facilidad de los libros editables, luego se tecnificó, primero con los autómatas y luego con la fotografía, el cine, la radio y la televisión; hoy el Internet como promotores de ideas que emergen de todos los datos que nosotros generamos y mandamos por las redes sociales. Actualmente todo converge para el control, la manipulación y la alienación de los humanos, de todas las clases, aunque operados por una minoría que responde a las grandes corporaciones.
Y es que hoy las clases son más un escenario de autopromoción, que en el pasado era un orden “casi divino”, luego ordenado por la ciencia, siempre operado por otros humanos y muy pronto por la inteligencia artificial, Big data y otras nuevas tecnologías.
Las clases expresan el posicionamiento del humano en la sociedad, a veces como herencia histórica, las castas, otras como tragedia social, la esclavitud, y hoy como una sociedad manipulada y adecuada al nuevo mundo que exige darle un papel a la clase emergente, que sale del aislamiento e ingresa a la modernidad por la puerta de atrás, pasan de sobrevivientes a ingresados al mundo de las clases medias que tiene muchos recovecos y posiciones que hacen el juego de la integración en un mundo que vive la ilusión de la clase media, pero siempre llega a un tope y debe superarlo para “crecer” con la clase que uno piensa que es la merecida.
La idea de que la clase media operaba como sueño y conquista en Latinoamérica y el Caribe es una nueva religión de muchos, más de los pensados, que son conscientes que la idea de clase media es compleja e indeterminada, pero atractiva y necesaria para creer y construir un futuro.
La clase media es un grupo social heterogéneo, que incluye personas con posiciones muy distintas, pero unificadas por una identidad social, características culturales y un nivel de ingreso.
Pero será lo mismo la clase media tradicional que emerge en la sociedad industrial o la “nueva clase media” que nace en medio del neoliberalismo y la mayor pérdida de derechos sociales; ésta puede ser fruto de una movilidad ascendente a partir de planes sociales de vivienda, ayuda, subvenciones, pero también de un nuevo sujeto, el cuentapropista, que lucha fuera del sistema pero dentro del margen que deja la necesidad de mano de obra barata sin derechos sociales, la auto explotación ha vuelto de nuevas formas y modelos, ya sea en el mundo rural como en el urbano.
Estos actores económicos independientes disfrutan a veces de un nivel más elevado que el empleado de clase media, pero está sin cobertura y su sueño se puede acabar en cualquier momento. El mismo profesional de clase media alta está sujeto por el sobreconsumo a situaciones difíciles que pueden terminar su ascenso, o hechos inesperados desde una enfermedad a un accidente; la precariedad es el común denominador de una clase inexistente, que vive más en la mente de los suspirantes que en la realidad.
Según el Banco Mundial (BM), tres de cada diez personas se consideran de clase media, y siguiendo la lógica de alta será uno, y el resto es pobre, más del 60% global. Según la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), el 70% de los ciudadanos se reconocían como clase media baja en el 2011.
En México, la pobreza está en la tendencia general llegando a ser cercana al 80%, aunque un segmento se considera clase media “baja”, oscila entre un 8% al 10%.En los trabajos realizados hay un desfase entre la estadística y la percepción, ya que en esta sociedad ser pobre es un símbolo de fracaso en todo, por ello muchas veces la gente lo niega y un ejemplo que se repite es la sumatoria de los ingresos de la familia con los lujos, casa, auto e internet, un equilibrio en el borde, porque no hay seguro del automóvil y un accidente automovilístico es irreparable para este sector.
La pérdida de atractivos de los relatos globales en torno a la clase media, es la caída de la autopercepción que los sujetos tienen de sí mismos, sobre educación, experiencia laboral y la carencia de mejores empleos y esto puede ser un detonante para promover el autoempleo.
Las nuevas clases medias latinoamericanas, en términos de cultura e identidad, se diferencian de las clases medias tradicionales, hay una identidad más frágil que la anterior que se ganó por luchas sociales y sindicales; ésta es promovida por el Estado, por ello estas nuevas clases medias se sienten clases a “medias”, ya que presentan percepciones y actitudes críticas frente al Estado, que lo ven como “ineficiente”, principalmente frente a la inseguridad y a la corrupción.
Pero las aspiraciones de la nueva clase media se diferencian de las tradicionales en que no buscan homologarse a la cultura de las clases altas, o sea, no tiene un consumo característico de la modernidad ilustrada.
Su consumo se centra en tecnología, ropa y exhibe hacia afuera viajes, fiestas, estar bien informado por los medios tradicionales, redes sociales, celular y otras plataformas y lo cultural es reemplazado por el saber como destreza y habilidad para desarrollar un emprendimiento profesional.
La clase media tradicional vive en la ciudad y la nueva en zonas periféricas, y una diferencia de fondo es que el componente indígena está mucho más presente que en las clases medias tradicionales. La nueva clase media no forma parte del clientelismo que lo formó la anterior, básicamente alojada en la burocracia.
Para superar la clase media como ilusión y hacerla una realidad estable, se debe redistribuir la capacidad de consumo y repartir mejor las oportunidades, rentas y riquezas. Esto es la nueva ilusión de la aspirante tercera etapa de una clase media en medio de la reducción sistemática del empleo donde la mayoría de los que “sobran” son de clase media, por su baja capacitación para la sociedad digital. Es una reflexión sin salida efectiva, es una proyección de algo que sabemos se va a dar, porque los nuevos imperios también son tecnológicos y el problema social deja un extremo para universalizarse, o sea, hacerse un drama global.
(*) Nació en Argentina en 1946. Es doctor en Ciencias Sociales, autor de una docena de libros y centenares de artículos científicos y de divulgación. Investigador y profesor universitario, director de proyectos y asesor de gobiernos, en los últimos años se ha dedicado a sistematizar conocimiento académico en torno al emergente tema del turismo.
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